A cualquier edad durante la primera infancia, los niños pueden, sin la presencia de patología que lo justifique o sólo para llamar la atención de los padres, perder las ganas de comer; en el caso de los menores de 12 meses, hay que poner cuidado pues es un síntoma de enfermedad. A los niños de 1 a 5 años se les disminuye el apetito al parecer el juego les quita el hambre no se quieren perder ningún momento de juego.
Los papitos a veces obligan a comer a sus hijos, bajo múltiples modalidades, castigos, amenazas, golpes, que triste, ojala la hora de la comida se convierta en un momento de placer y agradecimiento por el plato de comida y se tiren al traste las odiosas comparaciones, las amenazas, las promesas de convertirse en chico desnutrido. Si el chico no tiene apetito en ese momento, no hay que obligarlo, guarde higienicaza y adecuadamente u comida y cuando manifieste hambre, saque el plato; hay que respetar su horario de comidas, pero tampoco volverse inflexibles y rígidos; si el chico ya es mayor de un año, debe comer y puede comer lo mismo que la familia, hay que dejar de lado la costumbre, consentidora y sobre protectora de preparar un menú diferente para cada hijo!
Como los adultos, tienen días de menor apetito, además muchas veces en entre comidas los chicos son “llenados” de comida chatarra y a la hora de la comida no tienen hambre; la leche es un alimento que tiene igual calorías que la comida sólida, si durante el día a tomado mucha leche no le da hambre. Una estrategia es servir pequeñas cantidades y de manera estética, lúdica, y si pide mas pues se le da mas, es que además aprenden el valor de cuidar y no desperdiciar.
Obviamente, hay que hacer del momento de la comida un rato agradable, sin discusiones, sin chiste vulgares, muchos menos hablar mal de los ausentes, la situación frecuente en la mesa influye en el apetito, es que para nadie es agradable sentarse a comer a punta de gritos, con una correa amenazante, y esto es verdad! Hay que evitar los comentarios, de, “el chico come muy poquito”, o en el caso de las niñas mira que está tan gorda que vas a rodar en vez de caminar; ojo, estos comentario son estimulante en la ante sala de una anorexia en su adolescencia. La estrategia de : “no te paras hasta terminar”, por favor los papitos no la van a cumplir, y si van creando un aberración por sentarse a la mesa. Insistir con palabras cariñosas, cánticos suaves, el avioncito, una papito, en fin son validad siempre y cuando no se sobrepasen los limites. Es importante enseñarle y permitirle al chico comer solito, me refiero a usar su cuchara, los hábitos que adquiere en su primera infancia, marcan su actitud frente a la comida durante toda su vida adulta. Es importante estar pendiente de su talla y peso, llevarlo al pediatra, preparar los alimentos con higiene y mucho amor, de paso el chico debe aprender a lavarse las manos y los dientes.
Existen síntomas de inapetencia que deben preocupar cuando pasa varios días y continua la misma actitud, no quiere comer, no termina de comer a pesar que pasa largos ratos frente al plato, está inquieto, se para se sienta, busca disculpas, en un bebé el rechazo al tetero, en los mas grandecitos cierran boca y aprietan dientes para que no entre nada, o mastican lentamente y luego devuelven la atención, la mayoría de las veces estos casos generan perdida de peso, pues es hora de consultar al pediatra. Pues en situaciones como las descritas anteriormente, se pueden estar manifestaciones alteraciones delicadas, como insuficiencia renal, realidad traumática o alteración psicológica que esté experimentando el niño, como depresión infantil, cambios producidos en su rutina habitual, mudanzas, enfermedad de un familiar, separación de los papitos.
Ofrecer al niño la comida que más le gusta, sin que sea comida chatarra, es una buena estrategia; decorar los platos de forma lúdica, que le «entren» por los ojos, motivarle con cariño, dulzura, paciencia a comer mediante juegos suaves, éticos y estéticos para el comedor, porque tampoco se trata de perseguirlos con el “avioncito” por el vecindario, eso sí, si la situación se hace interminable es necesario consultar al pediatra. La inapetencia infantil es un motivo frecuente de consulta al pediatra, fuente de graves conflictos familiares y causa de hondas preocupaciones. Para muchos papitos, la falta de apetito de sus hijos les parece de extrema gravedad, porque existe un mito por demás equivoco, falso y es que los chicos entre mas gorditos mas sano, un error garrafal. En la primera infancia la inapetencia puede responder a enfermedades orgánicas, ya sean agudas (como el caso de un catarro o unas anginas), o crónicas (como la que acompaña a las enfermedades digestivas); pero también puede haber inapetencia de origen patológico, con formas simples y transitorias como las que aparecen tras el destete, el nacimiento de un nuevo hermanito, la entrada en la guardería o la interrupción del contacto con la mamita o el papito, y formas más complejas como la denominada inapetencia esencial de la infancia que puede llegar a afectar a uno de cada 3 niños menores de 8 años. De hecho, una circunstancia puntual como la interrupción de la lactancia materna puede ser el percutor o precipitante que desencadene una inapetencia infantil crónica.
Cuando los expertos analizan las causas del estancamiento de peso vinculadas a falta de apetito, encuentran que sólo el 20 al 35 % de los niños que no consiguen ganar peso tienen un problema orgánico tangible y más del 50 % tienen dificultades en el entorno familiar, social o psicológico. El resto, son casos en los que no se llega a averiguar la causa nunca, aunque habitualmente mejoran de una forma espontánea e impredecible tras un período más o menos prolongado de tiempo.
¿Por qué no comen los niños? Pues puede ocurrir por motivos diversos que son distintos para cada pequeño. Junto con los condicionantes psicológicos (celos del hermanito...) y las enfermedades orgánicas que ya se han nombrado; se pueden identificar otros factores que influyen sobremanera en la conducta alimentaria de muchos chicos inapetente, como por ejemplo la personalidad. Así se habla de chicos con inteligencias superiores, tienden a comer poco. En unos y en otros porque el hecho mismo de la comida representa una pérdida de tiempo, un período durante el cual no pueden disfrutar de su insaciable actividad exploradora del medio; bien por su afán de aprendizaje en el primero de los casos; bien por su incapacidad manifiesta para concentrarse en una tarea, siquiera unos minutos, en el segundo supuesto.
En ocasiones no hay ningún problema, simplemente su incapacidad para comer todo lo que se le ofrece tiene que ver con el ritmo de su desarrollo psicomotor, porque del mismo modo que no todos los niños comienzan a caminar o a controlar la orina al mismo tiempo, ciertos chicos tardan en apreciar la riqueza de matices de una alimentación variada. Algunos niños incluso experimentan, a lo largo de su maduración, un período regresivo en el que disfrutan volviendo a un momento más antiguo de su niñez. De repente hablan como bebés o utilizan nuevamente el chupo y, por supuesto, desean volver al biberón aún después de haber superado la cuchara. Es como si quisieran quedarse anclados en una fase anterior y profundamente infantil para disfrutar de todos sus privilegios. A esta situación, los psicólogos la llaman “síndrome de Peter Pan” en clara alusión a ese personaje de los cuentos que vivió permanentemente como un niño.
Por cierto, hay que mencionar el gusto por los sabores dulces y las sustancias grasas es innato en la especie humana. La introducción del problema de los sabores da pie para hablar de la dieta adecuada: frutas, verduras, tubérculos, carne, pescado, leche, huevos, legumbres, etc. Esta dieta es pauta para proteger y nutrir óptimamente al chico, aquí el ejemplo, por favor, mamitas que no comen verduras y pretenden que sus chicos lo hagan de forma natural y con gusto.. por favor! Como decía antes, venimos de fábrica con una apetencia innata para los sabores dulces. Por último hay que puntualizar un aspecto relevante para el apetito que muchos papitos pasan por alto y es el hecho mismo del crecimiento; su ritmo de crecimiento se ha graduado y no precisa las mismas calorías de antes. Los papitos deben tener claro sus objetivos, el principal de todos ellos, en materia de alimentación, es que los hijos crezcan adecuadamente. La meta secundaria es hacerlo evitando enfermedades carenciales con una sabia distribución de las comidas por grupos de alimentos, y sólo en tercer lugar perseguir que los hijos alcancen una dieta variada, casi sin limitaciones, incluso dentro de cada grupo. Este último punto puede demorarse más años, pero depende del ritmo de cada niño y hay que ser respetuosos con él. Ser condescendientes con determinadas situaciones no implica mantener una relación tiránica dominada por los niños.
Ahora bien la diferencia entre hambre y apetito. El hambre es un impulso mientras que el apetito es un hábito que se va modificando. Hambre es lo que sienten cuando llevan muchas horas sin alimentarse, apetito es esa fuerza que invita a pedir un suculento postre después de una opulenta comida, muchos chicos tienen mal apetito porque no se le permite experimentar el hambre, por favor guardando las debidas proporciones, además el apetito tiene mucho que ver con algunos elementos externos que se han ido repitiendo durante el aprendizaje normal de las costumbres: el babero, la mesa, la servilleta, el rincón de la cocina donde siempre se desayuna. Esos hábitos cotidianos son muy distintos en diferentes lugares. Así en algunas regiones del planeta comer bien es hacerlo de pie en la órbita del fuego del campamento mientras se festeja con una danza, en otras será utilizando unos palillos y reclinados en el suelo. Para nosotros es lograrlo manejando los cubiertos y sentados alrededor de una mesa, llena de amor, agradecimiento, buenos modales, armonía, un momento para la felicidad.! Porque el apetito para la felicidad tambien se estimula!
Con Caricias Calientitas.
En muchas ocasiones los padres, con un gran deseo de que el niño esté bien nutrido, hacen de la hora de la comida el momento de más tensión en el hogar, con angustia, ansiedades y reproches a la conducta del niño frente al alimento. Los niños tienen la sabiduría natural frente a sus necesidades fisiológicas.
Los papitos a veces obligan a comer a sus hijos, bajo múltiples modalidades, castigos, amenazas, golpes, que triste, ojala la hora de la comida se convierta en un momento de placer y agradecimiento por el plato de comida y se tiren al traste las odiosas comparaciones, las amenazas, las promesas de convertirse en chico desnutrido. Si el chico no tiene apetito en ese momento, no hay que obligarlo, guarde higienicaza y adecuadamente u comida y cuando manifieste hambre, saque el plato; hay que respetar su horario de comidas, pero tampoco volverse inflexibles y rígidos; si el chico ya es mayor de un año, debe comer y puede comer lo mismo que la familia, hay que dejar de lado la costumbre, consentidora y sobre protectora de preparar un menú diferente para cada hijo!
Como los adultos, tienen días de menor apetito, además muchas veces en entre comidas los chicos son “llenados” de comida chatarra y a la hora de la comida no tienen hambre; la leche es un alimento que tiene igual calorías que la comida sólida, si durante el día a tomado mucha leche no le da hambre. Una estrategia es servir pequeñas cantidades y de manera estética, lúdica, y si pide mas pues se le da mas, es que además aprenden el valor de cuidar y no desperdiciar.
Obviamente, hay que hacer del momento de la comida un rato agradable, sin discusiones, sin chiste vulgares, muchos menos hablar mal de los ausentes, la situación frecuente en la mesa influye en el apetito, es que para nadie es agradable sentarse a comer a punta de gritos, con una correa amenazante, y esto es verdad! Hay que evitar los comentarios, de, “el chico come muy poquito”, o en el caso de las niñas mira que está tan gorda que vas a rodar en vez de caminar; ojo, estos comentario son estimulante en la ante sala de una anorexia en su adolescencia. La estrategia de : “no te paras hasta terminar”, por favor los papitos no la van a cumplir, y si van creando un aberración por sentarse a la mesa. Insistir con palabras cariñosas, cánticos suaves, el avioncito, una papito, en fin son validad siempre y cuando no se sobrepasen los limites. Es importante enseñarle y permitirle al chico comer solito, me refiero a usar su cuchara, los hábitos que adquiere en su primera infancia, marcan su actitud frente a la comida durante toda su vida adulta. Es importante estar pendiente de su talla y peso, llevarlo al pediatra, preparar los alimentos con higiene y mucho amor, de paso el chico debe aprender a lavarse las manos y los dientes.
Existen síntomas de inapetencia que deben preocupar cuando pasa varios días y continua la misma actitud, no quiere comer, no termina de comer a pesar que pasa largos ratos frente al plato, está inquieto, se para se sienta, busca disculpas, en un bebé el rechazo al tetero, en los mas grandecitos cierran boca y aprietan dientes para que no entre nada, o mastican lentamente y luego devuelven la atención, la mayoría de las veces estos casos generan perdida de peso, pues es hora de consultar al pediatra. Pues en situaciones como las descritas anteriormente, se pueden estar manifestaciones alteraciones delicadas, como insuficiencia renal, realidad traumática o alteración psicológica que esté experimentando el niño, como depresión infantil, cambios producidos en su rutina habitual, mudanzas, enfermedad de un familiar, separación de los papitos.
Ofrecer al niño la comida que más le gusta, sin que sea comida chatarra, es una buena estrategia; decorar los platos de forma lúdica, que le «entren» por los ojos, motivarle con cariño, dulzura, paciencia a comer mediante juegos suaves, éticos y estéticos para el comedor, porque tampoco se trata de perseguirlos con el “avioncito” por el vecindario, eso sí, si la situación se hace interminable es necesario consultar al pediatra. La inapetencia infantil es un motivo frecuente de consulta al pediatra, fuente de graves conflictos familiares y causa de hondas preocupaciones. Para muchos papitos, la falta de apetito de sus hijos les parece de extrema gravedad, porque existe un mito por demás equivoco, falso y es que los chicos entre mas gorditos mas sano, un error garrafal. En la primera infancia la inapetencia puede responder a enfermedades orgánicas, ya sean agudas (como el caso de un catarro o unas anginas), o crónicas (como la que acompaña a las enfermedades digestivas); pero también puede haber inapetencia de origen patológico, con formas simples y transitorias como las que aparecen tras el destete, el nacimiento de un nuevo hermanito, la entrada en la guardería o la interrupción del contacto con la mamita o el papito, y formas más complejas como la denominada inapetencia esencial de la infancia que puede llegar a afectar a uno de cada 3 niños menores de 8 años. De hecho, una circunstancia puntual como la interrupción de la lactancia materna puede ser el percutor o precipitante que desencadene una inapetencia infantil crónica.
Cuando los expertos analizan las causas del estancamiento de peso vinculadas a falta de apetito, encuentran que sólo el 20 al 35 % de los niños que no consiguen ganar peso tienen un problema orgánico tangible y más del 50 % tienen dificultades en el entorno familiar, social o psicológico. El resto, son casos en los que no se llega a averiguar la causa nunca, aunque habitualmente mejoran de una forma espontánea e impredecible tras un período más o menos prolongado de tiempo.
¿Por qué no comen los niños? Pues puede ocurrir por motivos diversos que son distintos para cada pequeño. Junto con los condicionantes psicológicos (celos del hermanito...) y las enfermedades orgánicas que ya se han nombrado; se pueden identificar otros factores que influyen sobremanera en la conducta alimentaria de muchos chicos inapetente, como por ejemplo la personalidad. Así se habla de chicos con inteligencias superiores, tienden a comer poco. En unos y en otros porque el hecho mismo de la comida representa una pérdida de tiempo, un período durante el cual no pueden disfrutar de su insaciable actividad exploradora del medio; bien por su afán de aprendizaje en el primero de los casos; bien por su incapacidad manifiesta para concentrarse en una tarea, siquiera unos minutos, en el segundo supuesto.
En ocasiones no hay ningún problema, simplemente su incapacidad para comer todo lo que se le ofrece tiene que ver con el ritmo de su desarrollo psicomotor, porque del mismo modo que no todos los niños comienzan a caminar o a controlar la orina al mismo tiempo, ciertos chicos tardan en apreciar la riqueza de matices de una alimentación variada. Algunos niños incluso experimentan, a lo largo de su maduración, un período regresivo en el que disfrutan volviendo a un momento más antiguo de su niñez. De repente hablan como bebés o utilizan nuevamente el chupo y, por supuesto, desean volver al biberón aún después de haber superado la cuchara. Es como si quisieran quedarse anclados en una fase anterior y profundamente infantil para disfrutar de todos sus privilegios. A esta situación, los psicólogos la llaman “síndrome de Peter Pan” en clara alusión a ese personaje de los cuentos que vivió permanentemente como un niño.
Por cierto, hay que mencionar el gusto por los sabores dulces y las sustancias grasas es innato en la especie humana. La introducción del problema de los sabores da pie para hablar de la dieta adecuada: frutas, verduras, tubérculos, carne, pescado, leche, huevos, legumbres, etc. Esta dieta es pauta para proteger y nutrir óptimamente al chico, aquí el ejemplo, por favor, mamitas que no comen verduras y pretenden que sus chicos lo hagan de forma natural y con gusto.. por favor! Como decía antes, venimos de fábrica con una apetencia innata para los sabores dulces. Por último hay que puntualizar un aspecto relevante para el apetito que muchos papitos pasan por alto y es el hecho mismo del crecimiento; su ritmo de crecimiento se ha graduado y no precisa las mismas calorías de antes. Los papitos deben tener claro sus objetivos, el principal de todos ellos, en materia de alimentación, es que los hijos crezcan adecuadamente. La meta secundaria es hacerlo evitando enfermedades carenciales con una sabia distribución de las comidas por grupos de alimentos, y sólo en tercer lugar perseguir que los hijos alcancen una dieta variada, casi sin limitaciones, incluso dentro de cada grupo. Este último punto puede demorarse más años, pero depende del ritmo de cada niño y hay que ser respetuosos con él. Ser condescendientes con determinadas situaciones no implica mantener una relación tiránica dominada por los niños.
Ahora bien la diferencia entre hambre y apetito. El hambre es un impulso mientras que el apetito es un hábito que se va modificando. Hambre es lo que sienten cuando llevan muchas horas sin alimentarse, apetito es esa fuerza que invita a pedir un suculento postre después de una opulenta comida, muchos chicos tienen mal apetito porque no se le permite experimentar el hambre, por favor guardando las debidas proporciones, además el apetito tiene mucho que ver con algunos elementos externos que se han ido repitiendo durante el aprendizaje normal de las costumbres: el babero, la mesa, la servilleta, el rincón de la cocina donde siempre se desayuna. Esos hábitos cotidianos son muy distintos en diferentes lugares. Así en algunas regiones del planeta comer bien es hacerlo de pie en la órbita del fuego del campamento mientras se festeja con una danza, en otras será utilizando unos palillos y reclinados en el suelo. Para nosotros es lograrlo manejando los cubiertos y sentados alrededor de una mesa, llena de amor, agradecimiento, buenos modales, armonía, un momento para la felicidad.! Porque el apetito para la felicidad tambien se estimula!
Con Caricias Calientitas.
En muchas ocasiones los padres, con un gran deseo de que el niño esté bien nutrido, hacen de la hora de la comida el momento de más tensión en el hogar, con angustia, ansiedades y reproches a la conducta del niño frente al alimento. Los niños tienen la sabiduría natural frente a sus necesidades fisiológicas.
Tita, que instructivas tus entradas sobre los niños, y esta de la comida es una de las más importantes; algunas de estas enseñanzas venía bien que las leyera también el personal de algunas guarderias empezando por la Directora de la misma, como la que se refiere a eso de forzar y obligar a los chicos/niños a comer, cuando yo hacia practicas, ¡veía cada burrada, como por ejemplo cuando un niño ó niña devolvía la comida se la volvían a dar después embuchandosela en la boca y cosas similares,...y claro los niños/as pasaban unos malos ratos increíbles! y algunos niños les desesperaban tanto para darles de comer que nos los dejaban a los que ibamos de prácticas no sé si para ponernos a prueba ó porque tuvieramos más paciencia que las verdaderas educadoras. Y la otra enseñanza que tendrian que aprender en las guarderias aparte de preparar la comida de manera que parezca atractiva que evidentemente no lo hacen, es a cuidar la calidad de la comida que ofrecen a los niños/as porque yo entiendo que vayan a lo barato y a lo más fácil de hacer pero por favor hacer platos a tercer dia y el del medio grasientos y precocinados..., en fin. Muchas mamitas y papitos deberían saber muy bien de antemano donde meten a sus niños/as porque no me extrañaría que muchos odiaran la comida a partir de su experiencia en la guardería. ¡¡y como puede ser que a los niños que no quieren comer les metan la comida a la fuerza, algunos auténticos bebés, y otros niños/as aunque quieran más comida se la nieguen porque ya está muy gordo/a... Yo hubiera puesto alguna denuncia al respecto, pero tienes que tener muy bien fundada la denuncia y con pruebas graficas que yo no tenía claro...para que te hagan caso y aún así no siempre te hacen caso. De eso ya nos advirtió la tutora de las clases, que para poner una denuncia había que tener pruebas graficas solidas. Acá en España ha habido muchas denuncias televisadas incluso, de guarderias y al final algunas con todo y eso han salido libres de cargos, y eso con pruebas.
ResponderEliminarPues eso, que más de una Directora de Guardería tendría que aprender de tus enseñanzas...
Perdona por extenderme, Tita.
Besitos y Feliz Domingo
...Doctor el nene no me come...
ResponderEliminarLa típica pregunta de las mamis al médico.
Un valioso texto con información muy interesante.
Gracias Tita.
Hola Tita a veces pienso que los adultos nos creemos que los nenes no se enteran de nada, todo lo contrario.
ResponderEliminarInteresantisimo post lo voy a cantar a
alguna guarderia que otra a todos grandes y chicos nos gusta la comida pero con amor.
Risoabrazos calurosos
Interesante y pedagógico post acerca de la alimentación.
ResponderEliminarLa mayoría de nuestros chicos se alimentan con comida " chatarra".
Los adultos descuidamos este aspecto de la nutrición que es fundamental , especialmente para los niños en crecimiento.
También es ilustrativa la diferencia que haces entre " hambre" y " apetito".
No lo sabía.
Y éso que dices : "El apetito para la felicidad también se estimula".
Provechosas enseñanzas para tener en cuenta.
Muy bueno!!!