martes, 21 de febrero de 2012

MANDAMIENTOS PARA EL AMOR


Hoy presento un “mandatario” que encontré en la red, realmente reúne sucintamente 10 puntos claves, que hacen más amable la vida del bebé, es más siento que le apuesta a la felicidad, desde el respeto por la diferencia.

Muchas veces los bebés se ven sometidos a unos “reglamentos” verticales y estrictos que parten de un afán de perfección por parte de los papitos, es más las falsas ordenes se originan en una satisfacción personal de los papitos, por ejemplo, “Me recoges los juguetes ya”, “me haces la tarea ya”, y así son todas las frases, que según ellos los papitos educan! Por favor!. O en otras ocasiones en la mayoría dan ordenes los papitos y educadores, que carecen de todo sentido.. con exigencias que ni para ellos, por ejemplo: “Y se duerme ya”, “Hay muchos niños con hambre, y usted desperdiciando, se toma la sopa ya! Y qué decir de los llamados de atención con preguntas, nuevamente se ve el desconocimiento que tienen muchos adultos de lo que realmente es el amor y su función en la pedagogía con un niño pequeño, veamos. “¿Qué te dije?” “¿Por qué tiras el juguete? Acaso no ves que me canso recogiéndolo? Dime por qué?” Y qué decir de los pronósticos negativos, “te vas a caer”, “vas a regar el jugo”, “te vas a enfermar”.

Tendría miles de ejemplos sobre los diálogos entre papitos, educadores y chicos, ordenes sin explicaciones, “Nooo porque yo lo digo”.. ah? Entonces estos tips resultan oportunos y prácticos, y por ultimo cualquier acción pedagógica, que esté contaminada de amor, respeto y claridad, seguramente es un éxito!

Mandamientos del Bebé:

1. Mis manos son pequeñas, por favor no esperes perfección cuando tiendo la cama, hago un dibujo o lanzo la pelota. Mis piernas son pequeñas, por favor camina más lento para que pueda ir junto a ti.

2. Mis ojos no han visto el mundo como tú has visto, por favor, déjame explorarlo, no me limites innecesariamente.

3. El trabajo siempre está allí. Yo seré pequeño solo por un corto tiempo, por favor, tomate un tiempo para explicarme las cosas maravillosas de este mundo hazlo con alegría.

4. Mis sentimientos son frágiles, por favor esa pendiente de mis necesidades. No me retes todo el día (a ti no te gustaría ser retado por ser tan duro). Trátame como te gustaría a ti ser tratado.

5. Soy un regalo especial de Dios, por favor atesórame como Dios quiso que lo hicieras, respetando mis acciones, dándome principios y valores con los cuales vivir y enseñándome amorosamente.

6. Necesito tu apoyo y tú entusiasmo, no críticas, para crecer. Por favor, no seas tan estricto, recuerda, puedes criticar las cosas que hago sin criticarme a mí.

7. Por favor, dame libertad para tomar decisiones propias. Permíteme que me equivoque, para que pueda aprender de mis errores. Así algún día estaré preparando para tomar las decisiones que la vida requiere de mí.

8. Por favor no hagas todo por mí de alguna forma eso me hace sentir que mis esfuerzos no cumplieron con tus expectativas. Yo sé que es difícil, pero deja compararme con mi hermano o hermana.

9. No temas alejarte de mí por un tiempito. Los niños necesitamos vacaciones de los padres, así como los padres necesitan vacaciones de sus hijos.

10. Llévame a la iglesia o dame ejemplos de vida espiritual. Yo disfruto y Aprendo.”

A todos los papitos y educadores una dulce recomendación, hablen con amor, eduquen con amor, sirvan con amor!

Con Caricias Calientitas…

Muchas veces los padres no logran hacer cumplir sus órdenes. ¿por qué?... seguramente dan órdenes confusas, poco claras LEER MAS



sábado, 18 de febrero de 2012

BUENOS MODALES PARA LA FELICIDAD



Los niños desde chicos deben aprender cuáles son los comportamientos adecuados en diferentes ámbitos y situaciones. Todos los papitos y mamitas desean estar seguros de los buenos modales de sus hijos en su presencia o en su ausencia.

Los papitos, sienten un orgullo inmenso cuando se dice que sus hijos están

bien educados, es el reconocimiento a una ardua tarea que ellos, los

progenitores deben iniciar desde muy temprana edad. Inculcar a un

chico, buenos modales y normas de comportamiento le ayudará en el

futuro en su proceso de socialización y le permitirá adquirir valores y

actitudes imprescindibles para relacionarse con los demás. La paciencia y

el buen ejemplo como siempre son las principales estrategias pedagógicas

para conseguirlo.

Conseguir que un niño pequeño, pida siempre las cosas "por favor" o que dé las "gracias" cuando recibe algo no es fruto del azar, es más bien un efecto del buen ejemplo y el medio ambiente, detrás de este logro persiste un importante trabajo educador por parte de las familias. Pero los buenos modales no se fundamentan sólo en estos dos términos son un conjunto de actitudes que se respaldan en las famosas palabras mágicas.

El Diccionario de la Real Academia define la cortesía como: "la demostración o acto con el que se manifiesta la atención, el respeto o afecto de una persona a otra”.

Al momento de educar a los niños pequeños, siempre decimos “las enseñanzas entran por los ojos, los oídos son un mero acompañamiento”. ¿Cuántas veces le dices a tu hijo, una y otra vez “no pongas los codos en la mesa”? Te pregunto, ¿tú predicas con el ejemplo? Se nos olvida que en la edad de 0 a 6 años, en la enseñanza de algunos modos de comportamiento el ejemplo es vital.

En esta edad, la imitación y el juego son básicos para que los niños asimilen cualquier aprendizaje relacionado con su comportamiento. Sin embargo, hay niños a los que les cuesta más trabajo que a otros adquirir estos hábitos y no es porque sean menos inteligentes que otros, simplemente tiene que ver con que les cuesta más trabajo mantener la atención. En este caso, es muy importante enseñarles a observar.

A los niños hay que enseñarles cuando son pequeños y no decir “déjalo es un niño, ya aprenderá cuando sea mayor”, pues perdemos la oportunidad de sentar las bases para un sólido crecimiento.

¿Cuándo empezar?

Cuando empieza a hablar, a decir sus primeras palabras es un momento importante en la educación de tu hijo. Cuando escuchas por primera vez la palabra “papá” o “mamá” es momento de ponerse a trabajar. Aunque tu hijo no hable mucho, comienza a enseñarle a dar las “gracias” y a pedir las cosas “por favor”. Aunque no es capaz de repetirlo, debes ser consistente y te sorprenderás con los resultados.

En la medida en que tu hijo va creciendo, necesita diferentes atenciones que requieren de tu tiempo y paciencia. Algo que debes pensar es en “invertir” en tus hijos, no sólo a invertir dinero sino a “invertir” tiempo. No necesariamente implica que pases toda una tarde enseñándoles buenos modales, piensa que más vale que sea tiempo de calidad que será fundamental para el futuro.

A partir de los 2 años aproximadamente, cuando tu hijo ya tiene mayor coordinación en sus movimientos y es ‘independiente’, puedes enseñarle a tomar sus cubiertos, el vaso y a limpiarse su boquita con la servilleta. En esta etapa tendrás que recurrir a tu paciencia para insistir pero sin atosigarlo. Los resultados valen la pena.

A los 3 o 4 años tu hijo empieza a experimentar su vida social. En esta etapa ya va a la escuela, a la guardería y empieza a tener amiguitos que lo invitan a fiestas de cumpleaños, es decir, ya tiene amigos propios, no de los padres. Es en este momento cuando tu hijo comienza a poner en práctica las enseñanzas que le diste, pero ¡ojo! También empieza a aprender malos hábitos de sus compañeritos.

A esta edad tendrá cierta autonomía de comportamiento, empezará a hacer cosas cuando tú no estés presente; a veces los chicos tienen influencias nefastas, que pueden ser vecinitos más grandes, primos, o hermanos mayores, que los tratan mal, usan un vocabulario soez delante de ellos, y los presionan bajo chantaje a que se porten mal, y a que si acusan les irá peor. Es aquí cuando los papitos, maestros en la escuela, los cuidadores, tienen un papel muy importante en el reforzamiento de estas enseñanzas, y además para que no cedan a las pretensiones de chicos mayores, que llegan a ser humillantes y maltratadores.

Ahora, hay que recordarles con el buen ejemplo, los comportamientos aprendidos y enseñarle nuevos enfocados a su vida social, por ejemplo: cómo comportarse en el restaurante, en el centro comercial, en el transporte. Ahora sí: tu hijo tiene su maleta con todas las enseñanzas que le diste para desenvolverse en la sociedad de forma correcta. Con ella podrá ir a todos lados.

Tips para enseñar buenos modales:

Cada vez que haga algo incorrecto dile cómo se hace de forma correcta. Nunca lo regañes en público.

Los buenos modales se transmiten en familia, pídeles a los hermanos, abuelos y tíos que te ayuden a repetirlos. Recuerda, sé consistente.

Crea un ambiente de ayuda, colaboración y respeto en la familia. No lo critiques si se equivoca.

Anímalo, hazle ver que te gustan sus progresos y explícale por qué.

No lo agobies con reglas, encuentra el punto medio.

Explícale el motivo de tus órdenes y prohibiciones, aunque no las acepte o no las entienda. No entres en discusiones interminables.

Los buenos modales son buenos hábitos.

Buenos modales le ayudarán a tu hijo a su desarrollo social.

Sé el ejemplo.

Dile lo que sí quieres. En vez de decir “¡No grites en la casa!”, dile: “Por favor, habla más quedito”. Esto te hará estar en calma y en control; a su vez, le dará a tu hijo una instrucción que seguir.

Cuando vayas a algún lado, hazle saber cómo debe ser su comportamiento.

Enseña buenos modales jugando

En una sala de espera: Permite a tu hijo llevar una mochilita con colores, carritos, muñecos y cuadernos de iluminar, todo con lo que él quiera entretenerse en la sala de espera. Puedes jugar a ver por la ventana pajaritos, coches, etc. Así lograrás tenerlo entretenido.

En la tienda: Juega a encontrar cosas rojas, verdes o azules (el que encuentre más, gana). Cuéntale cosas sobre los alimentos que vas comprando. De esta forma no andará corriendo por los pasillos.

En la calle: Este tiempo es maravilloso para conversar con él, hacer planes para los juegos del día, cantar o contar coches por colores.

En fiestas infantiles: Planea juegos organizados que duren poco, de esta forma evitarás que los niños se aburran.

En reuniones con adultos: Busca tenerlos entretenidos con películas, libros para colorear, muñecos o cualquier cosa que los tenga alejados de la conversación de los adultos, pues siempre buscan llamar la atención.

La consistencia y paciencia son fundamentales para enseñar buenos modales. Cuando te sientas agobiada o cansada, piensa que estas “invirtiendo” en tu hijo. Además, ¿a qué mamá no le gusta que le digan que su hijo está muy bien educado?

Recuerda que todos los conocimientos que demos a nuestros hijos en materia de educación en los buenos modales, se ganarán para la vida. Muy importante: disfruta este proceso con tus hijos con paciencia y amor.

Los buenos modales pueden parecer algo tan sencillo como un conjunto de reglas sobre la conducta, pero estas pautas están muy ligadas a la educación en valores. Actitudes como el agradecimiento, el reconocimiento, el respeto, la consideración, la amabilidad o la cortesía se reflejan en una buena educación. Como afirma el sociólogo Salvador Cardús en su obra 'El desconcierto de la educación', "no se trata de enseñar normas estrictas, los modelos de comportamiento se aprenden como estilos de vida". La principal herramienta con la que cuentan los padres es el ejemplo.

"Por favor" y "gracias": la repetición es la clave para que los niños incorporen estas dos palabras a su vocabulario de forma habitual. Desde muy pequeños, hay que utilizarlas al dirigirse a ellos e insistir en que las usen para que las entiendan como una fórmula mágica para obtener sus necesidades y para agradecerlo.

Saludar: un "hola" basta en las edades más tempranas, más adelante se les puede enseñar a incluir detrás de esta fórmula el nombre de la persona que se saluda. Decir "buenos días", "buenas tardes", etc. cuando se llega a un lugar, son costumbres que se deben inculcar de manera progresiva.

Interrupciones: llamar a la puerta antes de entrar, esperar el turno para hablar y no interrumpir las conversaciones de los demás son pautas fundamentales de buenos modales. Ya sea en casa o en actos públicos, los niños deben entender que cualquier momento no es bueno para hablar y que, si es imprescindible, deben pedir permiso para hacerlo.

Cuando estén capacitados, hay que enseñarles a asearse antes de salir de casa

Orden e higiene: el aspecto externo de un niño refleja su modo de actuar. Cuando estén capacitados, hay que enseñarles a asearse antes de salir de casa y mantener la pulcritud en la medida de lo posible, no hay que olvidar que son niños. Es fundamental inculcarles la importancia del orden, tanto con sus cosas como con las pertenencias de los demás y, en este último caso, que aprendan a respetar los objetos ajenos y a no coger nunca nada que no sea de ellos sin permiso.

Con Caricias Calientitas…

Los Niños Aprenden lo que Viven Por Dorothy Law Nolte





sábado, 4 de febrero de 2012

CONVIVENCIA PARA LA FELICIDAD


Los pequeños con frecuencia pelean por su derecho a ser reconocidos. Es una constante lucha de rivalidad “inocente” que se da entre hermanos y compañeritos de clase, vecinos, primitos; esto lo hacen con el fin de demostrar a los demás y a ellos mismos su sentido de pertenencia, su territorialidad y sus capacidades. Los papitos normalmente reaccionan enojados y a toda costa tratan de imponer su autoridad; creyendo erróneamente que así calman la situación.

Si los papitos buscan las causas que provocan las peleas entre los niños, con seguridad solo se verán abocados a un cansancio agotador; ya que los pequeños no poseen madurez para entender que en la vida no se trata de competir, ni quién es mejor en algo, simplemente de tratar de hacer las cosas bien y vivir en armonía con los demás. Los niños pelean por cosas simples cómo: el control de la televisión, el asiento delantero del auto, ropa, zapatos, notas del colegio, regalos diferentes que les dan, juguetes, quién toca el botón del ascensor, la luz de la habitación, los deportes, etcétera. En si son cosas triviales que pueden convertirse en largas horas de llanto para ellos.

Lo primero es tener normas claras con antelación, por ejemplo “sales a jugar” pero te portas bien sin pelear…porque a la primera pelea, te entras.. la norma debe ser verificada que le quede clara al niño, luego de escuchar argumentos, si el chico cae en una rabieta ni modo cumplir la norma establecida es prioritario, la paciencia es vital, pues si el adulto la deja perder, todos pierden… Un niño inquieto y de mal genio, en cualquier momento va a estallar. Los papitos deben arreglar esos pequeños problemas de carácter que más adelante pueden ser peor. Las rabietas y peleas deben arreglarse uno a uno, para poder escuchar las diferentes versiones de los protagonistas. Y posteriormente se el niño agresor pedir una disculpa, aceptar la culpa es necesario para que los chicos aprendan a controlar su carácter, y el otro a ejercitar el perdón.

Es un grave error castigar a los chicos peleones, mandándolos a estudiar, los castigos deben estar asociados a gustos que no interfieran con las necesidades básicas del pequeño, ejemplo no ver más tele. Hay que aceptar que las peleas existen y que los papitos no las lograrán extinguir directamente, menos aún con gritos y castigos. Confiar en que es posible encausar las peleas y hacerlo pronto, pues lo peor sería que los hermanos se acostumbren a esta forma violenta de dirimir sus diferencias. Entender que aunque las pelas son “normales”, eso no significa que esta situación deba ser admitida. En resumen, calma, lucidez y claridad cuando empiezan los gritos y puñetazos de: él me hizo y yo no.

Durante la primera infancia la causa más común de las pelas son los juguetes, y por favor los papitos no deben alentar las peleas con insinuaciones como: “si te pegan, pega tu el doble”, violencia solo genera más violencia; algunos niños son premiados involuntariamente por su comportamiento agresivo. Por ejemplo, puede que un niño empuje a otro niño, tirándolo al piso y quitándole su juguete. Si el otro niño llora y se aleja, el niño agresivo se siente victorioso ya que consiguió el juguete. Es importante identificar si este patrón está ocurriendo en los niños agresivos. Cuando las peleas son frecuentes, esto puede ser una señal de que el niño tiene otros problemas. Por ejemplo, puede estar triste o alterado, tener problemas controlando el coraje, haber sido testigo de violencia o haber sido la víctima de abuso en el cuidado diurno, en la escuela o en el hogar. Las investigaciones han demostrado que los niños que son físicamente agresivos a temprana edad tienen la tendencia a continuar dicho comportamiento cuando son mayores.

Los estudios también han demostrado que los niños que son expuestos a la violencia y la agresión repetidamente a través de la televisión, los videos y las películas, actúan de manera más agresiva. Si un niño pequeño tiene problemas persistentes con la acción de pelear y de morder o exhibe un comportamiento agresivo, los papitos deben buscar la ayuda profesional de un psiquiatra de niños y adolescentes o de otro profesional de la salud mental que se especialice en la evaluación y tratamiento de los problemas del comportamiento en los niños pequeños. Nuevamente aquí hay que traer a colación al ejemplo como el mejor maestro, un chico que vive en un ambiente donde todo se soluciona a los gritos y está continuamente expuesto a peleas verbales agresivas entre sus papitos y adultos, inevitablemente será un chico agresivo.

En la primera infancia son frecuente las peleas entre hermanitos, esto muchas veces llega a preocupar a los papitos, si bien es cierto lo más saludable debería ser evitar las peleas, no se puede negar que éstas forman parte de la vida de los niños. La intervención temprana es mucho más efectiva. No hay que esperar a que el niño empiece a mostrar un comportamiento más agresivo. Hay que mediar tan pronto se observe que el niño se siente frustrado o que se está alterando.

Cuando los niños pequeños pelean a menudo, la “supervisión” debe ser más cercana. Si el niño le pega a otro niño, de inmediato separe los dos niños. Luego trate de consolar y atender al niño que ha sido golpeado, e inmediatamente acuda a las normas establecidas. Al bebé que comienza a caminar (de 1 a 2 años) hay que decirle: "NO SE PEGA, DUELE CUANDO PEGAS". Al niño pequeño (de 2 a 3 años) SE LE DICE: "YO SÉ QUE ESTAS ENOJADO, PERO NO PEGUES. CUANDO PEGAS DUELE" Esto comienza a enseñarle la empatía hacia otros niños. Además cuando se está ya en calma se le puede preguntar, si a él le gustaría que le hicieran eso, pegar por ejemplo, jamás por ningún motivo solucionar con más golpes la pelea. Esto le enseña al niño a usar comportamiento agresivo.

Los papitos no deben ignorar o menospreciar las peleas entre niños cualquiera que sea su relación, hermanos, compañeritos, vecinos, amiguitos, en fin. Hay que enseñarles con una gran dosis de dulzura que la agresión no es la forma correcta para conseguir lo que uno quiere. Por ejemplo: imaginemos el caso de dos niños, uno de 6 y otro de 4 años de edad. El mayor está jugando con una pelota hasta que el más pequeño aparece para quitársela. Y ahí se forman peleas y gritería. El pequeño grita y patalea porque quiere la pelota. Interviene los adultos y exigen s que el mayor conceda la pelota al más pequeño. Con eso se estará reforzando de una manera positiva a que el pequeño siempre patalee y grite para conseguir lo que quiere. Entonces una solución prudente es guardar la pelota, ni para el uno ni para el otro.

Frente a las peleas entre chicos, el papel de los papitos es fundamental, ya que un adecuado manejo por parte de ellos puede facilitar que los niños aprendan a resolver sus propios problemas por sí solos, a compartir, a encontrar soluciones y a comprender que a veces se gana y en otras ocasiones se pierde. Ante cualquier circunstancia, lo importante es explicarles con anterioridad las reglas que todos deben seguir y que si no se cumplen habrá consecuencias. Los especialistas consideran que las peleas tienen causales diferentes como: La necesidad de ser queridos; esto hace que los niños quieran tener la atención de los papitos o adultos a cargo; en estos casos el hermano es visto como un competidor respecto al amor de sus progenitores y es común que imaginen que quieren más al otro, por esta razón se debe evitar ponerse de lado de uno de ellos en el momento de la peleas.

Cuando no desean compartir: los niños comúnmente pelean por un juguete o cuando el otro chico coge algo que le pertenece, lo que más les importa es competir y posesionarse de lo que consideran suyo. Cuando sienten que existen preferencias por alguno en el caso de hermanitos, compañeritos, primitos, hay que ser equitativos en la atención que se les presta, en estos casos las correcciones y castigos deben ser parejos; hay que evitar que los chicos piensen en que hay un “preferido”, por tanto es probable que exista mayor rivalidad entre ambos. Algún cambio en su entorno, un conflicto en el ambiente familiar o en la escuela puede generar estrés en los niños y propiciar este tipo de conductas.

Caricias Calientitas recomienda incentivar, motivar a los hijos únicos como a los hermanitos a que aprendan a resolver sus conflictos por sí solos y sólo intervenir en casos extremos. Conversar con ellos, con dulzura, amabilidad y mucha claridad cuando los niños no llegan a solucionar el conflicto, hay que escucharlos para que puedan calmarse y reflexionar sobre lo sucedido, si es necesario hacer que estén separados por un momento para evitar que continúen peleando y puedan calmarse. Las comparaciones son odiosas, como por ejemplo “entiende, él es más chiquito…”; esto sólo aumenta la rivalidad entre ellos y la rabia, igual plantear situaciones hipotéticas que esto le sucede a los niños desobedientes… al grano, la situación real es la que necesita solución…

Felicitarlos cuando no peleen, elogiar a ambos cuando compartan o solucionen sus conflictos, esto hará que las conductas adecuadas se repitan. Enseñar con “EJEMPLO” que pelear no es la solución, por ejemplo si la pelea es por algún objeto específico o un juguete, el niño debe darse cuenta que el pelear sólo ocasionará perderlo. En este caso la intervención de los papitos o el adulto a cargo, es decisiva ya que deben establecer las normas o consecuencias de las conductas inadecuadas de los niños. Y siempre cumplirlas. Aunque suene repetitivo hay que enseñarles con el ejemplo, es obvio que si el niño observa peleas entre los papitos, seguirá este modelo, pues creerá que es la única forma de resolver los problemas.



Con Caricias Calientitas

En primer lugar, debo deciros que es incluso saludable que los más pequeños se peleen, ya que de esta forma reafirman su personalidad y canalizan la energía.