martes, 28 de septiembre de 2010

PAZ PARA LA FELICIDAD


Educar para la paz es enseñar a solucionar conflictos pacíficamente, es educar para la felicidad; muchos países del mundo son víctimas de guerras, se los exhorta a fortalecer su potencial armamentista como preparación para las guerras anunciadas, en nuestras sociedades occidentales, gente joven realiza actos terribles de violencia, sin tener en cuenta su propia vida y la de los demás. Entonces los adultos deben asumir una “siembra” pacifica, los educadores, liderados por los papitos deben implantar en el espíritu de los niños desde su primera infancia, las bases sobre las que se arraiga un comportamiento solidario, pacífico y social, por lo tanto, educar para la paz es más necesario que nunca, entonces esta siembre deber obligatoriamente abonarse con comunicación, dialogo, y como siempre el mejor ejemplo en valores esos que hacen la paz. Para esto es necesario que los papitos estén convencidos que la paz y la no violencia son valores centrales; que los niños quieren ser pacíficos, que pueden aprender a comportarse pacíficamente, y que es un deber ineludible, el orientarlos activamente en este sentido, la primera infancia es el momento justo y oportuno para comenzar a educar para la paz, es decir, que los papitos y adultos deben fortalecerse con más decisión, a recuperar lo perdido y lograr un contrapeso a la creciente violencia dentro y fuera de la sociedad.

Cuando los educadores hablan de la educación para la paz, se refieren a los esfuerzos para orientar a los niños para que: sean apacibles, considerados, cooperadores y que tengan una actitud positiva con los chicos de su familia, su escuela, en la vecindad, con los hermanos y hermanas y también con los adultos; que en caso de disputas y conflictos serios no recurran a la violencia como «solución». Educar para la paz también significa que los papitos: sean capaces de no dejarse someter por comportamientos o intenciones violentas hacia la propia persona; que sean capaces también de ver la injusticia, cuando son otros los que sufren la violencia; de tener consideración, ayudar o intervenir en defensa del que está siendo víctima de violencia, en caso que ésta no pueda defenderse.

Finalmente, la educación para la paz incluye: la prevención de la violencia, y ¿cómo? Pues fortaleciendo la confianza y la unidad familiar como un primer paso decisivo, trayendo la alegría en las acciones cotidianas, mostrando sonrisas para agradecer, pedir un favor, y perdonar, indudablemente los chicos aprenden esto a través del ejemplo que reciben de su entorno. En una dimensión mayor significa comprometerse por cuestiones del bien común, sea en la clase, en la familia, como en la comunidad y en la sociedad en general. El objetivo es, que el niño, en el curso de su aprendizaje durante la primera infancia y en su vida como adulto, llegue a iniciar y a realizar por propia cuenta todo aquello que se refiera a la paz. Es importante remarcar esto, ya que existe una diferencia entre el comportamiento del niño, condicionado por la presencia del adulto, y lo que hace por motivaciones, convicciones y sentimientos propios. Esto último es más durable y flexible, ya que el niño actúa con espontaneidad y por propia iniciativa social y pacíficamente, acorde a la situación.

La educación para la paz comienza con los papitos y los adultos que hacen parte del entorno de los chicos, en cada palabra, en cada acción, consciente o no, se refleja la imagen del adulto; en su actitud en general, en la manera de hablar a los niños, en los puntos en que hace hincapié, en lo que permite, en lo que interviene. Algunos principios importantes de la psicología personal y pedagogía, son significativos para el éxito de una educación para la paz, así como su influencia en la práctica pedagógica: Todos los seres humanos son iguales – sin importar a qué raza, etnia, clase social etc. pertenecen; por tanto, todos tienen los mismos derechos (derechos humanos) e igual dignidad. El ser humano es un ente capaz de aprender; desde la primera infancia aprende todo, también la orientación de los valores, a través de las relaciones humanas y del intercambio social con las distintas personas de referencia.

En la práctica, esto significa que el adulto, frente al niño, nunca debe tomar una actitud de superioridad, de poder (y de por sí con más derechos); que no humilla, devalúa, obliga, castiga, aísla, rompe su relación con él: todos los errores con los cuales se puede ofender a un niño; el hacer de la igualdad una vivencia significa también, que el adulto no debe hacer ninguna diferencia en el trato con los niños y sus semejantes; que no existe un rango, un presunto arriba o abajo en su comportamiento con los demás y en su evaluación de las tareas; por ejemplo, en el hogar nadie puede sobreponerse sobre los demás: ni la postura arrogante del hijo del médico frente al hijo de un campesino, o comentarios que devalúen otras personas, religiones o nacionalidades, estas situaciones se deben sacar de la cotidianidad del niño.

La relación con los chicos debe sobrepasar el afán de enseñar, la postura de inculcar aprendizajes académicos, por el contrario debe ser una relación de confianza, dar la protección que el niño espera y necesita, la ventaja en conocimiento, experiencia y orientación de los valores del adulto, son para el niño las bases ineludibles del aprendizaje. Desde el comienzo, en la familia, el aprendizaje se realiza orientado hacia la persona cercana de referencia, y en interacción con ella: ella es el punto de partida emocional y protección frente al peligro; es, al mismo tiempo, modelo y ejemplo en todos los sentidos: cómo ella habla, actúa, siente; cómo reacciona frente al niño y acoge sus expresiones vitales; cómo reacciona frente a los demás en su medio ambiente, y cómo valora las cosas; cómo estima y encara los deberes y problemas existenciales, por esto es sumamente importante que los papitos tomen conciencia de su actitud, frente a la solución del conflicto, es decir siempre dar un ejemplo impecable. Los papitos deben responder a la necesidad de vínculo del niño con cariñosa atención, comprender y ocuparse de lo que a éste le atañe; el niño debe sentirse seguro, protegido, estimado y comprendido, incluso el chico que a veces se “comporta distinto” a lo que esperan sus papitos, él también merece amabilidad, dulzura, respeto, armonía, solo así se logra que el niño armonice su comportamiento de manera amable y pacifica en su contexto.

Miles de veces puedo repetir, recalcar, insistir en la importancia, eficiencia y eficacia del buen ejemplo, para la paz, el respeto, para la felicidad, para toda la integralidad de los valores, por eso papitos, es tan sencillo como vivir en el amor, hablar con amor, y solucionar el conflicto desde la conciliación basada en una comunicación asertiva, porque cuando hay un desliz de violencia, por parte de los adultos, es detectado e interpretado por el niño, e incluso éste puede incluirlo en su propio comportamiento; que afecta además el sentimiento de confianza mutua. Si, los papitos quieren ayudar s sus hijos a desarrollar una personalidad pacífica capaz de contribuir a la paz, ellos deben ser los primeros en dar ejemplo de no violencia, es decir de conciliación en el trato con las otras personas, y en su propia existencia buscar el equilibrio y la condescendencia.

Tener una posición clara y decidida frente a la violencia, no sometiéndose a ella. El niño no se puede orientar a un modelo que se comporta pacíficamente, pero que no se opone a la violencia cuando otro la practica, es decir que se somete a ella, esto cuenta no sólo por su reacción a comportamientos violentos en la clase, sino también durante las pausas y en el camino a la escuela; frente a la injusticia y violencia contra los niños y los seres humanos en general, en la comunidad, en el país, en el mundo. Muchos motivos indican que cuanto más credibilidad tienen los chicos en sus papitos como modelos y personas de referencias, más profundas y durables resulta el aprendizaje de un comportamiento social y apacible en los niños.

El ser humano (biológicamente) no tiende instintivamente a la maldad y debe reprimirla, sino que aprende su comportamiento y desarrolla sus sentimientos, su inteligencia, su motivación para el bien, en la relación con las personas hacia quienes se orienta, y de las cuales depende desde el comienzo. Los niños aprenden a lograr sus propósitos con violencia y aprenden, también, a realizarlos sin violencia. Enseñarles esto a los niños es obligación de los papitos, por eso, son componentes importantes de este proceso de aprendizaje: Buscar soluciones sin violencia a los conflictos.
Desde su nacimiento, los niños y niñas se encuentran en una permanente construcción de relaciones sociales y culturales, vínculos que surgen a partir de encontrarse insertos en grupos que preexisten a su llegada como ser: su familia, grupo social, etc. Su participación en estas interacciones sociales, le permiten iniciar el complicado proceso de conocer y conocerse, construirse como persona, construir su identidad individual y sociocultural. Van adquiriendo normas e incluso a medida que crecen pueden no solo apropiarse de ciertas reglas, sino que pueden interpelarlas, cuestionarlas e incluso modificarlas, de eso se trata la construcción de autonomía del niño. Y en ese camino que recorren los niños deben conocer sus derechos y también sus deberes, claro que es posible trabajar estos temas desde la primera infancia, por ejemplo: tienen derecho a ser escuchados, derecho a la alimentación, al descanso, a la recreación, esparcimiento y fundamentalmente al juego, como situación intrínseca a la etapa de la niñez; hablarles en plural, por ejemplo: “vamos a recoger los juguetes”, se están trabajando los deberes, es ir avanzando sobre las consecuencia que trae cada acción, es promover el respeto por la diferencia, como los deberes, por ejemplo a veces los papitos se deben disculpar con los chicos, claro!

Otro punto que hay que aclarar es que los chicos desde su primera infancia aprender a detectar los que es correcto y lo que no, por ejemplo a un chico tampoco se le dice: “oye popo y chicha ninguna vez se hace delante de los invitados”, pero gratamente nunca vemos a los chicos haciendo estas faenas, por qué? Pues porque jamás lo han visto; nuevamente el gran maestro el ejemplo, y así van inmersos derechos y deberes.

Despertar la sensibilidad y la comprensión, es una tarea que demanda dulzura, dedicación y sobre todo paciencia, educar para las paz a los hijos necesita que los papitos tengan a flor de piel la paciencia, es mas son sus hijos los que le dan la oportunidad de fortalecer la paciencia, hay un valor que es compañera de la paz y es la generosidad, esto hace que los chicos crezcan con conciencia social apropiada, actitud que es base fundamental para vivir en paz.

Con Caricias Calientitas





jueves, 23 de septiembre de 2010

RESPETO PARA LA FELICIDAD


El Respeto: Hoy en día se nota que la gente cada vez es mas intolerante y mas susceptible a faltar el respeto, a veces sin querer y otras a propósito, se ve en el día a día, en la calle, en las oficinas, en las áreas sociales, familiares, deportivas, escolares. Entonces se hace apremiante hablar del respeto, la idea es que el respeto recobre su lugar, que su valor se apodere por siempre de las actitudes cotidianas de nuestros niños desde la primera infancia, se trata de tomar conciencia por parte de los papitos y educadores y “cuidadores”, de los chicos, es que cada uno se empiece a respetar, pues como ya se ha dicho en otras oportunidades, en casi todas, no se puede dar de lo que no se tiene.

Respeto es el reconocimiento de que algo o alguien, es tener valor, el respeto se define como la base del sustento de la moral y la ética, el respeto en la vida empieza en el justo momento de la concepción, en el reconocimiento del bebé como entidad única que necesita que ser comprendido y amado. El respeto, como aprendizaje traspasa la barrera de lo conceptual, es mas un ejercicio, un habito, una destreza y habilidad, el respeto debe ser compañero inseparable durante toda la vida del niño; por eso hay que iniciar una aceptación y comprensión del bebé, de su forma de actuar, expresarse, aunque los papitos quieran que su bebé sea como a ellos les parece, los chicos vienes armados genéticamente para un carácter x, y eso hay que respetarlos, no quiere decir esto que reine la anarquía y los chicos hagan lo que les venga en gana, ni mas faltaba.

Es tan difícil saber quién tiene la razón y quién no; sin embargo el respeto nace de la primera relación desde que el bebé esta en el vientre con sus papitos, esto quiere decir que se respeta el bebé sí, se evita todo aquello que le pueda significar daño tanto físico, como mental y emocional, por ejemplo, la mamita lo respeta cuando no fuma, ni ingiere licor, cuando lleva una vida sana y feliz, cuando la familia lo espera con amor, cuando el papito no arremete contra la mamita, con insultos o maltratos físicos, en fin, allí empieza el respeto. Hay que partir del respeto por la diferencia, si el chico crece en un ambiente donde reina el respeto, empezará por espetarse a si mismo y por ende respetará a los otros, hay que aprender a Respetar y aceptar la forma de ser y pensar de los demás, ese debe ser el mayor ejemplo. Por lo tanto los papitos deben evitar criticar, condiciones religiosas, sociales, de raza, políticas.

El respeto, es una forma de vida, se podría decir que de acuerdo al ejemplo que reciben los chicos en el hogar, “adquieren” diferentes modalidades de respeto, o formas de respetar: Respetar por temor: el más antiguo y tradicional, y es muy común en los chicos con sus relaciones con los papitos, y maestros, es un respeto basado en el miedo, este tipo de respeto influye en que el chico se vuelva mentiroso, pues por el falso respeto y miedo miente para evitar un “irrespeto” mayor por parte del adulto.

También los chicos e incluso los adultos respetan por admiración: se da mucho en el mundo de la primera infancia, cuando los chicos idealizan a sus papitos, hermanos mayores, porque quieren ser como ellos, es como un respeto pasajero; incluso puede llegar a convertirse con un mal manejo en respeto por conveniencia, porque inconcientemente los chicos esperan afectos, mimos, atención, cariño, caricias, es importante que los papitos estén alertas a estas señales, pues como todos los valores, el respeto esta asociado al saber ganar y perder, a la humildad y la soberbia. Cuando el respeto va acompañado del amor, cuando hay admiración, asombro, atracción, y un encanto, el respeto sobrecoge a los chicos y su entorno inmediato, es cuando realmente se esta sembrando respeto por la diferencia.

Sin embargo los chicos en las diferentes etapas de su primera infancia les cuesta respetar, ellos pasan por etapas que a veces se imponen sobre el respeto: El egocentrismo, los chicos creen y asumen que todo gira en torno a sí mismo es inevitable que tiendan a despreciar a los demás y por lo tanto, que no los traten con el respeto que merecen. La intolerancia aprovecha la ausencia del respeto para hacer de las suyas, mas en los papitos que en los chicos, es que a veces los papitos esperan que todo el mundo piense y actúe como ellos, obviamente el respeto la diferencia se refunde y en estos casos la injusticia, la ira controlan la situación y como semejantes sentimientos son los peores consejeros, se desencadena un ciclo de irrespeto que puede llegar al maltrato físico, y todo porque falta formación y practica del Respeto por la Diferencia. Entonces los chicos son otras victimas más de la falta de respeto, y lo más triste se empobrece hasta la miseria la educación para la felicidad de los chicos.

La falta de valores o de formación en valores desde la primera infancia hace que los chicos crezcan con grados de desadaptación social, familiar, escolar, y su edad adulta ni que hablar! Se puede asegurar que esta situación es hija de la mala educación y mala crianza; son chicos que crecen basando sus actuaciones en conseguir unos objetivos materiales y en satisfacer sus propios deseos o caprichos sin respetar a los demás. La mala educación: Que hace que muchos chicos no sepan guardar unas normas básicas de convivencia, son chicos que crecen en ambientes, donde la burla y la difamación son el ejemplo diario en sus hogares, oyen a sus papitos hablar mal hasta de las abuelitas, oyen critica, se nutren con rencores y así resulta imposible hablar de “Respeto”. Pues ojo papitos porque si bien se necesita una autoridad, esa autoridad que normalmente es el progenitor debe ser el mejor ejemplo de respeto que tenga el chico, los papitos creen sembrar respeto, y acto seguido dan un portazo, utilizan una palabra soez para referirse al mecánico del auto, se burlan de la suegra, hacen chiste contra el sexo opuesto…. Todos ejemplos de falta de respeto.

Cabe recordar que todos los chicos poseen una dignidad por el hecho de ser personas, y como tal se merecen todo el respeto, al igual que un trato adecuado a su dignidad humana, este derecho básico incluye, tratarlo con amor, respetar sus ritmos, habilidades y destrezas, respetar su vida, su fama, su intimidad,... Sin embargo: algunos chicos por sus características de especiales merecen un respeto mayor debido a una dignidad superior, por ejemplo, los chicos especiales, los chicos con alguna limitación física o emocional, definitivamente los papitos deben respetar primero sus diferencias, respetarse a si mismo, para que sus hijos crezcan con el abono ideal y perfecto del “respeto por la diferencia”, con un ejemplo impecable de parte de sus papitos!

Con Caricias Calientitas

Pero nadie nos ha enseñado como educar con buen trato y respeto, y menos cuando estamos nerviosos también nosotros.

domingo, 19 de septiembre de 2010

COMPARTIR PARA LA FELICIDAD


Para que los chicos tengan comportamientos generosos hay que enseñarles desde muy temprana edad a compartir. La acción de compartir es un proceso que se desarrolla lentamente, y que precisa tiempo y paciencia. Para ello, es fundamental tener en cuenta la edad del niño.

En los dos primeros años de vida, los niños no tienen ningún sentido de la propiedad, no distinguen cuando algo les pertenece o no. Si llevan tiempo jugando con un juguete o se familiarizan con él creen que es suyo, no entienden que pueda ser de otro.

De igual forma, cuando prestan algo, piensan que no les va a ser devuelto, que lo van a perder. Por eso, es importante no obligarlos a prestar sus juguetes o prendas de vestir, hay que consultarles, explicándoles, con cariño, amabilidad, ejemplos, las ventajas de compartir y asegurarles que sus pertenencias van a volver a su lugar, en su cuarto. Los papitos deben respetar sus sentimientos, de lo contrario, se podría convertir en un chico inseguro y más egoísta a la hora de compartir sus juguetes.

Alrededor de los dos o tres años, los chicos son egocéntricos, piensan que todo gira en torno a ellos y aunque ya pueden entender el concepto de propiedad les cuesta mucho compartir. Pero como a esta edad empiezan a jugar con otros niños, comienzan a relacionarse y a participar de los mismos juegos y juguetes, pero todavía no están preparados para compartir sus objetos sin que surjan conflictos, generados por la ansiedad de perder su juguete preferido, es conveniente que los papitos le ayuden a elegir los juguetes que no les importa prestar y guardar aquellos por los que tiene más interés para cuando esté solo, esto en un principio es sano, igual enseñarle que hay objetos que no se comparten, como el cepillo de dientes.

Los adultos a cargo de los chicos, cuando van a un parque, y llevan un juguete, hay que explicarles claramente, con dulzura y amabilidad, son juguetes para compartir con otros chicos y hacer el juego mas divertido y alegre, como quien dice se le muestran las ventajas, y si el chico no acepta pues se deja el juguete en casa o la mamita en el parque lo devuelve, son normas anticipadas que hay que cumplir. Para que los chicos aprendan a compartir desde la primera infancia, deben tener claro el concepto de propiedad, saber que les pertenece a ellos y lo que pertenece a los demás; también entender que hay objetos que pertenecen a todos, como por ejemplo los columpios de un parque público, con los que todos pueden jugar, de ahí que deban compartirse y turnarse, compartir se va haciendo un ciclo, una disciplina, ojala una rutina que culmine en el habito.

Nuevamente las ventajas, por ejemplo una pelota, que hay mas diversión si se comparte con los amiguitos, o las muñecas, y que así otro día el amiguito también va a compartir sus juguetes, ojo papitos, aquí vine el desinterés, que no vaya ser que el chico comparta por interés; se comparte para alegrar al amiguito y divertirse mas, además que compartir es una acción noble que hay que elogiarle sin exagerar, solo como un estimulo al principio. Por otro lado, los papitos, pueden “intervenir” con mesura, con respeto, para que su hijito entre a un juego o le compartan algo, y saben nuevamente como siempre entra el gran rey del aprendizaje: el ejemplo.

Desde pequeñitos ellos van sintiendo que compartir, que dicho sea de paso es el papá de la generosidad, es una acción que les produce alegría, además es ir por la senda de los desapegos materiales, esta integralidad los hace mejores personitas, y como en todos los chicos están atentos a copiar el comportamiento de sus papitos y adultos que pasan mas tiempo con ellos. Como es sabido por todos la imitación es un factor importante para el desarrollo del aprendizaje, entonces hay que apostarle a que los chicos observen cómo sus papitos son personas generosas en el trato diario con otras personas y cómo se comportan con los demás siendo amables y generosos.

Enseñar valores no es fácil, y mas cuando se es chico y todo lo les rodea significa de alguna manera seguridad, existen unas sugerencias universales para sembrar en los chicos el habido de compartir: El chico debe saber con tiempo, con antelación que algunos juguetes son para compartir con sus hermanos, primos, vecinos, por ejemplo, si los papitos deciden comprar una pelota, o un triciclo, debe entender, aceptar y asimilar que tiene que compartir haciendo turnos; igual si va a llegar una visita a casa con otros chicos, hay que decírselo, y prepararlo para compartir. Jamás ridiculizarlo y humillarlo como un egoísta delante de otros chicos o adultos, por favor, se puede retirar el chico con discreción y explicarle, e incluso puede haber una sanción, pero moderada y a solas, ahora bien que si el otro chico hace pataleta, pues la solución es retirar el juguete y decirles que será devuelto hasta que lo compartan, en ocasiones la visita o el otro daña el juguete, esta situación si que interfiere en el futuro compartir, de ser así momentáneamente, se saca el juguete el chico se le ofrecen disculpas y se pone sobre el tapete un juguete de esos destructibles. Obviamente el adulto debe establecer turnos cuando los chicos parecen no asimilar que deben compartir, prevenir y planificar con claridad y para las ocasiones en las que se espera que comparta. Si vienen chicos, primos, amiguitos a jugar, es aconsejable proponer juegos en los que conviene compartir como pintar con lápices de colores, utilizar plastilina o jugar a las construcciones, ó proponer juegos en los que hay que turnarse como tirar la pelota a la portería, subir en los columpios o montar en triciclo, cambiar la muñeca, peinarla. Para nada obligarlos o forzarlos, el pequeño debe comprender que compartir es una acción buena que hace que los demás disfruten con sus cosas y que por eso él debe sentirse orgulloso de sus juguetes y de que a los demás les gusten, y bueno asegurarse de que después le serán devueltos es conveniente.

Es importante fortalecerle los momentos en los que comparte, elogiándole cuando se ofrezca a compartir un juguete, a hacer turnos o cediendo para evitar un conflicto, sin exagerar, dulce y amablemente se le resalta, algo como, “Juan eres un chico amable que sabe compartir, bravo”. Incluso en pocas ocasiones se le puede premiar, con una pequeña recompensa, ojo pequeña, no se puede convertir en una obligación para siempre.

Es a los tres años cuando los chicos empiezan a disfrutar jugando con otros niños de su edad, participando todos del mismo juego y compartiendo los juguetes, el único problema es que todos desean el mismo juguete, si uno tira una pelota, todos quieren la pelota y si uno quiere coger la bici, todos los demás querrán cogerla también, es imitar, pues bien son momentos perfectos para invitar a, compartir y respetar, los turnos por ejemplo. Cuando ya tiene 5 años el tener amigos es importante para ellos y entienden que compartir sus objetos les ayuda a tener amigos.

Para un niño, aprender a compartir es un proceso largo que cuesta un tiempo y requiere un aprendizaje, ya que compartir no es una característica innata del ser humano y, de hecho, nos cuesta mucho incluso de adultos, a pesar de saber que es algo positivo. Los niños, al principio, lo quieren todo para ellos, pero con el tiempo y un buen modelo – ejemplo a imitar, aprenden que compartir les hace más felices que estar solos con un montón de juguetes, y de paso están introduciendo pacíficamente en el mundo de la convivencia. Es que durante la primera infancia, compartir genera grados de dificultad, esta es una etapa egocéntrica, que supone una manera de ver el mundo desde la perspectiva de uno mismo, sin saber ponerse en el lugar de los demás. Y si es difícil compartir los juguetes, cuando la mamita abraza a otro chico, le da un becito, lo alza, esto si que puede generar una “guerra”. Mientras más pequeños son, más les cuesta compartir, la mayoría de niños pequeños necesitan poseer muchos objetos, puesto que esto les da seguridad en sí mismos y en su entorno, por lo tanto aprender a compartir es un proceso que se va desarrollando con el tiempo y la educación, la amabilidad, el amor, la comprensión, la claridad, el respeto, valores que se van ejercitando poco a poco; los chicos pequeños piensan mucho en sí mismos y en lo que quieren o necesitan, pensar en las necesidades de otros es el principio de aprender a compartir. Pero es fundamental saber trasmitirlo, sembrarlo, abonarlos y enseñárselo ya que de esta manera se aprende a convivir, aquí los papitos re aparecen con el buen ejemplo.

Los 3 años, se considera la edad de “es mío”, y entonces compartir es lento y hasta doloroso para ellos, desde los 4 años los afectos y admiración, los lleva a ofrecer un pedazo de manzana masticada, es un acto de generosidad extrema. Existen momentos en que los papitos deben ponerse en el lugar de sus hijos tampoco todo es para compartir, por eso es tan importante repasar las propiedades, y hacer una enumeración de lo que tienen los otros chicos, un error común que cometen los papitos es decir a los niños que todo es de todos, esto no es cierto y resulta contraproducente, ya que los niños deben aprender que las cosas sí tienen un dueño, y que cuando se quiere algo, hay que pedir permiso a ese dueño, o que tienen que pedir permiso a sus dueños, y además, deben entender que el propietario puede decir que no, ya que hay cosas que se comparten y otras que no, así el niño aprende de las dos experiencias, sentir el agradecimiento del otro frente a su generosidad y la de sentir el rechazo del otro ante su falta de generosidad- para sentir el placer de compartir. Igual en el núcleo familiar hay que respetar las pertenencias del pequeño, si el chico tiene juguetes que definitivamente no quiere compartir, antes de.. Hay que escuchar con atención sus razones, es mas los papitos deben pedirle permiso cuando van a utilizar algo de él, leerles cuentos cortos y claros sobre “compartir” resulta de gran ayuda, y por ultimo reforzar y motivar con el buen ejemplo.

Con Caricias Calientitas

Para poder ayudar efectivamente a un niño a compartir, primero debemos entender en qué está pensando el niño. Tenemos que ver las cosas desde su punto de vista.


jueves, 16 de septiembre de 2010

ANGEL PARA LA FELICIDAD


Un Cuento de viva Voz, para cada uno de ustedes, para los adultos que leen Caricias Calientitas, para los que siguen Cuentos Empitucados, y para los seguidores silenciosos que sus papitos le leen día a día el cuento publicado, la imagen es un regalo y el video también!



Un Besito Marino

martes, 14 de septiembre de 2010

ÉTICA PARA LA FELICIDAD


Hoy en todo el mundo se vive un afán por educar en valores desde la primera infancia, para evitar el irrespeto por la propiedad ajena, adicciones a la droga, es que ciertamente hay una ausencia de valores, y entonces los papitos se preguntan ¡qué está pasando con los valores? Y una primera aproximación en la respuesta podría ser, la ausencia de los papitos por su ocupación laboral, los ejemplos son equivocados, los chicos no tienen reglas ni limites.

La ética se define como la parte de la filosofía que trata de la moral y las obligaciones del ser humano. Asimismo la ética permite, promociona, provoca una convivencia, armónica, amable, dulce, respetuosa, comprensiva, justa, entre los seres humanos y una manera de relacionarse con todo lo que nos rodea; la ética es pilar fundamental en la formación integral en valores desde la gestación, si, definitivamente la primera infancia es vital para que los chicos crezcan con valores.

Resulta, necesario, urgente e importante enseñar con ejemplo a los niños en el ambiente familiar, obviamente los jardines y escuelas son escenarios perfectos para ejercer los aspectos éticos y valores que favorecen una mejor convivencia con la sociedad en la que se desarrollan. La ética resulta entonces una práctica social construida sobre bases axiológicas. Es que la ética, el ejercicio de la ética va mas allá de una enseñanza de una definición etimológica, la ética tiene que ver con el carácter y actitud de las personas y es por esto que el enseñar ética se torna en una tarea compleja. Por ejemplo lo que hace de la pediatría una especialidad médica única en que trata con la salud del niño y las dimensiones de la enfermedad física, psicológica y social desde el nacimiento hasta la adolescencia y se tiene que entender como la salud y la enfermedad está relacionada por el medio familiar, las condiciones de vida en la comunidad y la amplia estructura social del país. En el ejercicio de la pediatría y en la buena práctica de ésta hay un conjunto de principios justos y valores en los cuáles se fundamenta la atención integral (física, emocional y social), estas prácticas permiten a los pacientes conocer lo que pueden esperar de los médicos.

Igual sucede con la ética, que se debe enfocar de forma integral, debe tocar todas las esferas de los chicos desde la primera infancia, la ética va de la mano con los valores, la ética se siembra, se abona con virtudes fundamentales: prudencia, compasión, integridad y honradez. Cuando los chicos aprenden la diferencia entre el bien y el mal, lo apropiado de lo inapropiado, lo correcto de lo incorrecto, lo debido de lo indebido y lo moralmente bueno de lo moralmente malo. La primera infancia, es fundamental para sembrar cuidadosamente las semillas de la verdad y además atenderlos con diligencia; para no dejarlos totalmente desamparados para enfrentar los riesgos y peligros cotidianos del mundo. Los papitos deben tomarse el tiempo necesario para enseñar a sus hijos las cosas positivas y agradecer por los privilegios, pero tristemente hoy los papitos están tan ocupados que no tienen tiempo para enseñarle a sus hijos los valores éticos que les ayuden entre otras cosas a desarrollar; el amor al prójimo, respeto, madurez, autocontrol, distinguir lo bueno de lo malo, la no violencia, etc.

Sembrar ética implica, sacar al nefasto televisor como educador principal, por ningún motivo se debe permitir que los niños sean educados por la televisión y los juegos electrónicos ya que estos enseñan y fomentan; la violencia, la muerte, el odio, la traición, la doble vida, la mentira, etc. Es importante y urgente que a los chicos se les aporten buenas bases éticas: los papitos deben hacer un compromiso, obviamente los papitos deben dar ejemplo de moral, esto va también para maestras, jardineras, niñeras, todos debemos ser buen ejemplo, compartir con atención y dedicación sobre creencias religiosas, y tradiciones familiares, buscar momentos adecuados para hablar de ciertos temas, la disciplina, las normas y limites son necesarios, existe la disciplina con amor, ternura, pero es súper importante que los chicos de acuerdo a sus edad tengan normas, disciplina, y limites, y en este punto hay que hacerle notar a los chicos de las consecuencias tanto actos buenos, como de actos indebidos; existe una máxima universa que dice: “No hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti”, sin exagerar que si el bebé de 9 meses hala el cabello de la mamita, la mamita le responde halando el de él, por favor! Esta regla de oro funciona con todas las edades, y ojala recordarla con frecuencia.

Si los papitos se hacen los de la vista gorda con ética en sus chicos, es mejor que no esperen chicos felices, más bien que se preparen para enfrentar problemas de desadaptación social, familiar y escolar. Bueno, los papitos, son los responsables de sembrar ética, dedicándoles tiempo y predicando con el buen ejemplo, salpicado de amabilidad, comprensión, ternura, alegría, respeto, generosidad, así en el futuro los chicos serán personitas seguras, tomarán buenas decisiones y formarán familias llenas de amor y de buenos valores. En conclusión, se puede ratificar que la primera infancia es el momento justo, ideal, para sembrar y abonar la ética, donde los estímulos, normas, valores y recursos forman parte de su desarrollo integral. Es cierto que los conocimientos son necesarios, pero, con el ritmo del mundo actual tiene mucho más sentido que se ayude al niño a aumentar las destrezas que necesita para desempeñarse efectivamente en cualquier situación que se le pueda presentar.

Tomando como referente la pedagogía de la ternura, la siembra debe apuntar a cosechar autonomía, respeto por la diferencia, obviamente es necesario que el chico tenga un autoestima buena, porque de lo contrario las semillas se las lleva el viento. La madurez del niño se percibe en términos de su funcionamiento intelectual, la fuerza de su confianza en sí mismo, su iniciativa, su creatividad y su capacidad de relacionarse con los otros, lo que le permite participar en la vida social, política y económica de su país. La ética es ideal para hacer prevención de la corrupción. Sin embargo, la educación anticorrupción no funciona aisladamente, ya que el entorno en el que los niños se crían juega un papel decisivo en la formación de sus actitudes. La enseñanza de ética debe ser parte de un esfuerzo mayor para mejorar la gobernabilidad y reducir los índices de corrupción. Dentro de este marco, los niños deberían poder acceder a un entorno educativo adecuado, que valore la integridad. Así, para ser creíble, la enseñanza de prácticas anticorrupción debería resultar familiar a los estudiantes, así también como el abordaje de temas o dilemas éticos de sus vidas cotidianas, conflictos de interés y casos de corrupción.

Con Caricias Calientitas

Ante, por ejemplo, el dilema ético de si es conveniente que, ante una situación económica adversa, los niños o niñas colaboren en los ingresos de la economía familiar, considérese el caso en el que una pareja se ha divorciado recientemente y se encuentra peleando la patria potestad de los hijos.

jueves, 9 de septiembre de 2010

ADIOSES PARA LA FELICIDAD


La muerte lo único seguro después de nacer, pero un tema esquivo, tabú, pero al fin y al cabo un tema natural, que hay que abordar con los chicos cuando parte un ser querido, y ¿Cómo hablar de algo que no se conoce, hablar de un tema que en ciertas idiosincrasias culturales se le tiene miedo, un tema que en algunas religiones se le ve como un castigo?

Algunos chicos, vivos, despiertos, curiosos pueden atiborrar a los papitos con preguntas como: ¿Qué es morirse? ¿A dónde van los muertos? ¿Verdad papito que tu nunca te vas a morir?... Incluso en la edad adulta muchos se hacen las mismas preguntas y con más prevenciones; pues bien, es difícil explicar lo inexplicable. Pero eso no quita la importancia del tema, alrededor de los cuatro años de edad, muchos niños se harán y harán a los papitos esas preguntas. Y ¿qué hacen los papitos?

La muerte es un tema delicado y hay que elegir bien las palabras dulces, francas, concretas, como elegir adecuadamente el momento oportuno, para que los chicos no se afecten tanto, la pregunta sería, ¿qué tienen que saber los chicos de la muerte? Más allá de las creencias religiosas que cada familia desea transmitir, hay verdades, compartidas por todos, que no pueden dejar de decirse. Por ejemplo: ¿Qué es morir? Morir es terminar de vivir. Las explicaciones como " se fue", " está en el cielo ", "lo perdimos" o " desapareció", no son tranquilizantes, hay que explicar claramente de lo que se trata es del final de una vida, de todas las vidas, es momento para que la naturalidad se apropie del tema, porque vital es como se aborde la muerte en el primer momento que el chico tienen contacto con ella.

Muchos papitos tienen dificultades para hablar de la muerte con los hijos y les ocultan la muerte para que no sufran, pues esto, en vez de ayudarles, en muchos casos les perjudica, pues les incapacita para aceptar y vivir la muerte como algo natural. Por eso a los niños hay que decirles la verdad, sin entrar en detalles médicos, decirles que un ser querido está grave y que puede morir, en vez de tratar de ocultárselo, pues aunque se intente, ellos captan que algo está pasando y al no tener la información de lo que ocurre, la confusión y la incertidumbre pueden apoderarse de ellos.

Conviene hacerles partícipes del proceso de enfermedad y de muerte; hablarles con naturalidad, con un lenguaje sencillo amoroso y asequible a su edad. Por ningún motivo trasladar culpas como: “es que tu como no comes tu papito se enfermó”, por favor, o decirles, “esta noche viene y te hala los pies”, jamás caer o incurrir en frases temerosas, amenazantes, la muerte hay que darle un tratamiento absolutamente natural. Así como los chicos se preparan en la academia, también hay que educarles para aceptar la muerte como un hecho natural, que claro está viene acompañado de la tristeza.

Más o menos durante la primera infancia como hasta los cinco años los niños aceptan la muerte con bastante naturalidad, sienten la pérdida, pero como viven el presente, continúan su vida con normalidad, salvo que perciban mucho drama en su entorno. A partir de esta edad conviene darles explicaciones y compartir sus sentimientos, si esto no se hace así, los chicos pueden presentar situaciones en las que les asalte el miedo o la angustia. Por ejemplo, si ha fallecido una persona de cuarenta años y sus padres tienen una edad parecida, pueden vivir con la angustia el hecho de que sus papitos se van a morir pronto.

También está bien hablar con los hijos sobre qué pasa después de la muerte y esta charla se hace a la luz de las creencias familiares; la tristeza un sentimiento tan natural como cualquier otro hace presencia ante una pérdida irrecuperable y demanda protección o autoprotección. Resulta adecuado permitir y vivir esta emoción y no taparla con otras, pues cuando no se vive de manera adecuada, se puede transformar en: depresión, angustia, ansiedad...La tristeza ayuda a los chicos a entender la vida como un proceso de pérdidas permanente. Cada día se asiste a muchas “muertes”, pues cada instante muere y ya no vuelve. De ahí lo importante que resulta vivir el presente y con el ejemplo inculcarles este sano hábito de vivir el ahora. Es mas si los adultos vivieran el presente, lo harían de forma más intensa y profunda, evitarían desperdiciar el tiempo en discusiones y rabietas inútiles.

Tampoco hay que engañar a los chicos diciéndoles que se muere cuando se está viejito, eso no es cierto, hay que dejarles claro que, todo lo que nace, muere. Hasta aproximadamente los 6 años de edad, los niños no se angustian con el tema de la muerte, es mas hablan con naturalidad de ella, en momentos en que se les da la noticia, ellos la reciben y es probable que sigan en sus actividad normal, la angustia la captan y absorben de los adultos, los niños necesitan saber que el cuerpo sin vida queda en el cementerio, donde están las tumbas y en un lugar está escrito el nombre, apellido, fecha de nacimiento y de fallecimiento "de la persona que murió". Allí se puede ir a recordarlos.

La muerte toca un tema complejo, universal pero particularmente religioso, muere el cuerpo, y el alma y el espíritu? Una forma de respaldar el tema, con respecto a lo que queda es hablar de los lindos momentos, recuerdos, mirar fotografías, en este momento es muy importante tocar el tema con finura, delicadeza, respeto, hablar de herencias sentimentales, como la sonrisa, la amabilidad, la alegría, y explicarles que eso nos dejo, que en ultimas vuelve a ser el ejemplo el rey de las enseñanzas.

Antes de terminar es importante señalar que cuando los niños no hacen preguntas acerca de la muerte de un ser querido, no significa que no las tengan, ellos perciben que formularlas abiertamente provocaría angustia e incomodidad en los adultos, si de esto no se habla, aparecen síntomas (físicos y psíquicos) de distinta gravedad. La verdad puede ser triste, pero ignorarla, enferma.

Con Caricias Calientitas



viernes, 3 de septiembre de 2010

VALORES PARA LA FELICIDAD


Educar para la felicidad implica sembrar, inculcar unos valores en los chicos, desde su gestación, para selección de estos valores existen factores sociales, culturales, familiares, religiosos, urbanos, rurales, que influyen en aquellas semillas que se van a sembrar. Lo cierto es que el abono para estas semillas si debe ser universal el amor, aplicado en la siembra, a diario y en la cosecha. Y embargo, parecen existir una serie de valores morales y éticos que la mayoría de los seres humanos compartimos.

Como toda siembra hay que abonar el terreno con: Cero gritos y golpes, ni a los pequeños ni entre los papitos, y ser coherentes con el ejemplo, actuar con bondad, positivismo, amabilidad, lealtad, tolerancia, son elementos vitales para preparar el terreno. Hay un valor fundamental, tal vez pilar, soporte que sostiene y garantiza la siembre y el Respeto por la diferencia.

Inculcar y sembrar valores debe abandonar la vieja practica de la imposición, para que los chicos los asuman de forma natural y se conviertan en habito, así también se esta promoviendo la voluntad, cuando se haga la siembra es necesario explicar el por qué, y las consecuencias benéficas que trae actuar de esa manera; ojo, cuando se explique se hace con lenguaje sencillo claro, amable, dulce, tierno, y sobre todo ejemplos de fácil entendimiento. Bueno hay que tener en cuenta que la siembra no se puede sobre abonar, un sobre abono perjudicial es la complacencia permanente y la permisividad, esto hace que la semilla muera antes de brotar de surgir, en respeto se pierde, las normas y limites se embolatan y la siembra se la lleva el viento. Desde luego que, por otra parte, es importante reconocer y celebrar los esfuerzos y logros.

La siembra, si bien la hacen los papitos hay que dejar que los chicos, asuman responsabilidades de su plantita, de acuerdo a sus edades, para eso hay que usar unos nutrientes como la paciencia, la tolerancia, el respeto, porque los valores son o deben ser parte de sus esencia, jamás hay que provocar dependencias pues así la felicidad se les vuelve esquiva. Entonces hay que dejar que ellos hagan lo que son capaces de hacer, y no hacerles todo, por ejemplo, guardar los juguetes, llevar la ropa sucia al lugar, comer solitos, todo de acuerdo a su edad. Poner especial atención para que la mentira no se vaya a inmiscuir, en la siembra pues es fatal, nefasta, hay papitos que dicen son pequeñas mentiras, o mentiritas piadosas, esas no existen, por favor las mentiras son mentiras y punto, nuevamente el ejemplo es vital, pues los chicos pueden acudir a la mentira para maltratar su siembra, evitar un castigo y así no se puede.

Si bien la siembra se hace de acuerdo a la edad, y es influenciada por factores vistos anteriormente, jamás hay que hacer discriminación, es mas la semilla debe ser escogida tan selectamente para el bebé, como para el chico y el adolescente; aquí la lupa de selección de la semilla debe ser iluminada por el respeto. Obviamente aquí no cabe la extorsión, es común que los papitos la usen casi como un juego. “Sí me das un beso, te compro un helado”, el beso tiene que ser un acto de amor y no un bien de cambio, así como el buen comportamiento. El niño debe seguir las reglas por qué el entorno lo requiere, y no porque va a recibir algo a cambio. Y claro debe haber recompensas en determinadas situaciones, pero no ofrecerles algo a priori para que hagan lo correcto. Esto permite que las plagas como el egoísmo, la rabieta ataquen la siembra, el individualismo no tarda en llegar porque la siembra se va convirtiendo en caldo de cultivo para los anti valores.

Los chicos son muy avispados, por lo tanto fuera la sub-estimación, ellos deben aprender mucho sobre su propia siembra por lo tanto los papitos deben usar la paciencia de la mano del excelente buen ejemplo. Educar los hijos con valores para la felicidad es acompañarlos en el proceso de una respuesta libre y personal sobre su propia identidad, y sobre los horizontes, sueños y metas que buscan para su felicidad. Valores e identidad son, en consecuencia, dos realidades inseparables. Un injerto pleno que permite configurar la identidad del ser humano en crecimiento, no puede desvincularse o prescindir de una seria y bien planificada educación en los valores para ser felices.

El protagonismo de los papitos y más en la etapa de educación infantil, es insustituible, ellos son los que van a decidir qué valores pretenden sembrar e involucrar en la educación de sus hijos. Los valores para la felicidad se pueden agrupar en: Valores biológicos: alimentos, salud, etc, son necesidades básicas. Valores intelectuales: el conocimiento, la creatividad, razonamiento, etc, origina el mundo cultural del niño. Valores ecológicos: el cuidado, el respeto, y aprecio del medio en que desarrolla la vida. Valores morales: el respeto, la tolerancia, la solidaridad, la verdad, son los pilares de las relaciones afectivas con el mundo y con los demás. Valores religiosos: son propios de los creyentes y su orientación en la infancia, corresponde a los papitos.

A veces pienso que si los papitos toman conciencia, que el ejemplo es el mejor maestro, la educación para la felicidad se convertiría en una vida placentera, de abundante cosecha, de buenos y excelentes seres humanos autónomos, y felices.

Con caricias Calientitas

La psicología social ha demostrado que los valores comunitarios no se aprenden de recetas, sino del ejemplo vivo de los educadores.