domingo, 24 de marzo de 2013

PREGUNTAS PARA LA FELICIDAD


Entre los 2 y 4 años, “¿Por qué?” es la frase favorita, incluso a media lengua simpática y tierna, y ¿por qué?, pues bien esta frase tiene la propiedad de abrumar a los Papitos  y los adultos que cuidan los pequeños. Sin embargo, los educadores para la felicidad tienen un secreto: “equiparse de paciencia” porque también tienen claro que esta etapa es necesaria para el crecimiento del niño, es la edad de las preguntas o la edad de los “por qué”. Los pequeños empiezan su periodo investigativo, es querer saber todo sobre el mundo que les rodea; y pues a quién preguntar, al adulto que lo ama, que lo guía, que lo acompaña, total el adulto lleva más tiempo y se supone que conoce más, es una exploración casi integral, porque participa el lenguaje, la motricidad fina y gruesa, sus sentidos se agudizan y el tacto se luce en su máxima expresión, por eso los adultos están en el deber de ofrecer respuestas precisas, claras, amenas y veraces.

En esta etapa el pensamiento infantil ejerce gran influencia en el desarrollo de la inteligencia, la curiosidad tiene varios momentos, primero visual, luego si es posible viene el gusto…ah llevarse a la boca el objeto, ahí entra la manipulación, y posteriormente aparece el famoso ¿por qué?. El pequeño ajusta su mundo y busca comprenderlo y adecuarlo a través de las preguntas, que además dichas preguntas se convierten en su mejor aliada para llamar la atención.

Obviamente las preguntas infantiles reflejan las características del pensamiento de cada niño; son preguntas influenciadas por la estimulación, el medio ambiente, la idiosincrasia cultural, son de un realismo mágico… y por eso las repuesta deben ser apropiadas, respuestas a la ligera pueden provocar situaciones que dejan al adulto mudo.. Por ejemplo: “Un día una niña estaba sentada observando a su mamá lavar los platos en la cocina. De repente, notó que su mamá tenía varios cabellos blancos que sobresalían entre su cabellera oscura. Miró a su mamá y le preguntó inquisitivamente: - ¿Por qué tienes algunos cabellos blancos, mamá? Su madre le contestó: - Bueno, cada vez que te portas mal y me haces llorar o me pones triste, uno de mis cabellos se vuelve blanco. La niña asimiló esta revelación por un rato y luego dijo: - Mami, ¿por qué TODOS los cabellos de mi abuelita están blancos?”

Y bueno los educadores para la felicidad siempre deben tener una actitud positiva frente a la pregunta infantil sea de temas “triviales” o “trascendentales”. Cuando la pregunta es repetitiva el adulto con gracia le puede devolver una respuesta absurda, pero graciosa, que en últimas “sacude” el conocimiento del niño, por ejemplo: lleva un semana preguntando como se llama el animalito qué está pegado a la nevera (una gallinita) y todos los días el adulto le contesta: es una gallinita, la mamá de los pollitos, pero el pequeño insiste cada rato, pues un buen día se puede responder: es una vaca volando… El niño corrige el error el adulto; las preguntas absurdas estimulan la creatividad en los niños, por ejemplo: ¿Qué pasaría si las nubes fueran de algodón de azúcar? Los chicos la piensan y la repiensan… es buscar respuestas “propias”, es estimular el pensamiento, es promover la interacción pues el niño va a acudir a otros adultos. Ahora que si el chico es más grandecito, la pregunta absurda lo va a llevar a investigar en sus libros, en el diccionario.. Otro ejemplo, ¿Mami de qué es la sopa? Pues de alitas de murciélago con patitas de cucaracha.. Y entre el adulto y el pequeño pueden reflexionar y concluir que es imposible.
Falta mencionar las preguntas públicas en las reuniones familiares o sociales, esas preguntan que dejan en evidencia las intimidades del hogar, y qué contesta el adulto? Pues deben  acudir a su creatividad inmediata, sacar la conversación a un extremo insospechado, y aparte con el pequeñín decirle que cuando lleguen a la casa hablarán del tema. Igualmente el adulto debe evitar que al niño se le hagan preguntas “tontas” como: Tienes novia, todavía usas pañales? Nada que ridiculice al menor y mucho menos ponga en evidencia su intimidad y dignidad. Otra cosita las preguntas infantiles pueden no saberlas los adultos y es honesto reconocer que no se sabe la respuesta y entonces investigarla en compañía es una excelente oportunidad.
Bueno educadores para felicidad recuerden que las preguntas hacen parte del desarrollo normal del niño, las preguntas nos acompañan hasta el final de nuestros días pues son la fuente principal del conocimiento.


Con Caricias Calientitas

1 comentario:

  1. Cómo me gusta recordar cuando mis hijos tenían el "por qué" todo el día en los labios... Ha pasado mucho tiempo, pero estoy segura de que no se les han olvidado ninguna de mis respuestas. La verdad, a veces tan surrealistas como sus preguntas.
    Besitos alados.

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