
Entonces los chicos desde que nacen vienen dotados, impregnados de una gran sensibilidad, que los hace más tiernos, cariñosos, y mientras van creciendo van siendo más conscientes de su comportamiento, y de cómo este afecta al mundo que los rodea. Sería fantástico que desde pequeños toda la raza humana accediera a la posibilidad de entender las Leyes del Universo, seguramente se evitaría mucho dolor y sufrimiento.
Aún desde bebés, se les debe estimular su sensibilidad, desde cualquier credo religioso que ejerzan sus papitos, en últimas todos los dogmas religiosos le apuestan a la práctica del amor y la bondad, alrededor de estos sentimientos gira su interacción con familia, vecinos, amigos. Esta es una forma de seducirlos e inmiscuirlos en la bondad, de vivir siempre, cada momento con un tinte de sensibilidad, es enseñarlos a vivir con amor! Incluso e abordar una religiosidad con mucho amor.
Sensibilidad viene de sentir, y hay un principio universal, un sentimiento que se
llama “Gratitud”, que bueno es que desde chicos, aprendan a agradecer por sus bendiciones, por simples y encillas que sean, agradecer por los seres queridos, dar más sentido a todos los momentos de la vida, y definitivamente hay que empezar por agradecer. Que el agradecimiento, se convierta en un hábito de toda la vida, dar gracias puede ser la forma de disfrutar la vida más ennoblecedora y de paso se están generando sentimientos de aprecio y gratitud. Ahora bien, esta acción va de la mano con hacerles sentir el afecto, el cariño, la admiración, eso los hace sentirse felices, y cuando el chico así sea un bebé manifiesta incomodidad, llanto, mala carita, es solo endulzar su momento con una caricia, una palabra amorosa, una sonrisa, un gesto de cariño, así ellos van percibiendo sensibilidad venida de sus papitos. Y en repetidas ocasiones agradecer, ya sea a Dios, la vida, en fin, ¡gracias por este maravilloso hijo! Gracias por este rico desayuno!, Gracias porque estamos sanos! En fin millones de motivos para agradecer!
La opción de educar sensiblemente a un niño es una tarea fascinante para los papitos o los adultos que tienen a su cargo el cuidado, y aunque no existen fórmulas sencillas para el cultivo sensible, hay algunas orientaciones reflexivas que pueden ayudar mucho en este empeño. Al igual que el desarrollo cognoscitivo, el desarrollo de la sensibilidad es un proceso natural que ocurre espontáneamente si el niño encuentra apoyo y circunstancias apropiadas. Así como está la prioridad de atender las necesidades físicas e intelectuales de los niños a medida que avanzan en su proceso de crecimiento y desarrollo, de igual manera es necesario fomentar en los hijos el desarrollo y fortalecimiento de los buenos sentimientos. Si la orientación de los sentimientos no está presente durante la primera infancia, el niño cuando se encuentre con acciones puras de sensibilidad considerará extraño al proceso y tendrá el concepto de que no es indispensable, es como inducirlos en el conocimiento de sí mismos, como decía Heráclito: “el que conoce lo externo es un erudito, el que se conoce a sí mismo es un sabio”, por su puesto esta afirmación aplica a los adultos también.
La sensibilidad de un niño es espontánea y única. Con su inocencia, los niños
pueden recordar a los adultos una sensibilidad que es sencilla, directa e increíblemente original. Con su dulzura y ternura, los niños hacen evocar creencias, sentimientos y valores esenciales. La formación de la sensibilidad de un niño se logra por medio de una estrecha comunicación entre los papitos y éste, en la que se dan respuesta a muchas preguntas esenciales de la vida.
Los siguientes elementos son fundamentales dentro del proceso de fomentar los buenos sentimientos en los niños según expertos en el tema: Crear confianza con el hijo. El amor y la confianza constituyen los dos sentimientos fundamentales para la relación entre los papitos y los hijos. El niño necesita sentirse lo suficientemente seguro para poder explorar, puesto que la exploración en la niñez se constituye en un elemento esencial de su sensibilidad en el sentido de que cuando los niños empiezan, por ejemplo, a apreciar la naturaleza, surgen entonces las preguntas sobre quien hizo la luz del sol, por qué llueve, etcétera, escalones importantes en la formación de la dimensión sentimental. Cultivar la libertad como una cualidad característica de un hogar sensible y debe garantizarle al niño, libre de inhibiciones, expresar ideas, hacer preguntas y manifestar dudas acerca de los sentimientos.

La pregunta del millón, ¿cuándo iniciar la formación de sus sentimientos? Nunca es demasiado temprano para comenzar, ni siquiera el momento en que respira por primera vez. En algunas culturas aborígenes hay rituales muy tempranos, al igual que en el Islam y otras religiones, que marcan tempranamente el comienzo de la vida sensible del niño. Es importante tener en cuenta, que desde el nacimiento, todos los niños son sensibles a su entorno, saben si se les carga con ternura o con los brazos tensos y mucho antes de aprender el lenguaje saben si las voces o las miradas son amistosas o amables, bruscas o indiferentes. En la formación de los bueno sentimientos de los niños como en todo el proceso de la crianza, el ejemplo es el mejor maestro.
La seguridad de su sensibilidad consiste en hacer recordar lo más a menudo
posible al bebé, su lugar de origen. Reiterarle varias veces al día, verbal o mentalmente: “Tu vienes de la Luz, eres un ser de Luz. Eres divino, tu esencia es Luz. Eres un niñito de Luz y Amor, tu única función en la Tierra es irradiar esta Luz y Amor, no importa lo que pasa”. Eso es porque alrededor del bebé, muchos se preocupan de asuntos materiales, hay inquietudes familiares, hay las propias angustias de los adultos y disputas, a veces. Las palabras que escuchan son acerca del pañal sucio que hay que cambiar… ¡otra vez! ¡De cuan cara es la vida, especialmente los pañales desechables! del cansancio de los adultos, el fastidio, etc. Esto perturba al recién nacido que todavía está muy conectado con su lugar de origen. Háblenle de luz, de amor, de paz en la Tierra: cuánto estábamos esperando su llegada, cuánto honramos su decisión de venir aquí, etc… En nuestras propias palabras, de corazón. Esto nos hace recordar que nosotros también somos este niñito de Luz y Amor, y que nuestra única función en la Tierra es irradiar esta Luz y Amor, no importa lo que pase. Para poder recibir como merecen a los niños y niñas del Tercer Milenio, es indispensable que los futuros papitos se preparen, tomen clases, formen grupos de apoyo con terapeutas. Hay que cuidar la calidad de la concepción, del embarazo y del parto.
Con Caricias Calientitas.