martes, 26 de noviembre de 2013

DESPEDIDAS PARA LA FELICIDAD

La muerte es  lo único seguro después de nacer, un tema esquivo, tabú, pero al fin y al cabo un tema natural, que hay que abordar con los chicos cuando parte un ser querido, y ¿Cómo hablar de algo que no se conoce, hablar de un tema que en ciertas idiosincrasias culturales se le tiene miedo, un tema que en algunas religiones se le ve como un castigo?

Algunos chicos, vivos, despiertos, curiosos pueden atiborrar a los papitos con preguntas como: ¿Qué es morirse? ¿A dónde van los muertos? ¿Verdad papito que tú nunca te vas a morir?... Incluso en la edad adulta muchos se hacen las mismas preguntas y con más prevenciones; pues bien, es difícil explicar lo inexplicable. Pero eso no quita la importancia del tema, alrededor de los cuatro años de edad, muchos niños se harán y harán a los papitos esas preguntas. Y ¿qué hacen los papitos?

La muerte es un tema delicado y hay que elegir bien las palabras dulces, francas, concretas, como elegir adecuadamente el momento oportuno, para que los chicos no se afecten tanto, la pregunta sería, ¿qué tienen que saber los chicos de la muerte? Más allá de las creencias religiosas que cada familia desea transmitir, hay verdades, compartidas por todos, que no pueden dejar de decirse. Por ejemplo: ¿Qué es morir? Morir es terminar de vivir. Las explicaciones como " se fue", " está en el cielo ", "lo perdimos" o " desapareció", no son tranquilizantes, hay que explicar claramente de lo que se trata, es momento para que la naturalidad se apropie del tema, porque vital es como se aborde la muerte en el primer momento que el chico tienen contacto con ella.

Muchos papitos tienen dificultades para hablar de la muerte con los hijos y les
ocultan la muerte para que no sufran, pues esto, en vez de ayudarles, en muchos casos les perjudica, pues les incapacita para aceptar y vivir la muerte como algo natural. Por eso a los niños hay que decirles la verdad, sin entrar en detalles, decirles que un ser querido está grave y que puede morir, en vez de tratar de ocultárselo, pues aunque se intente, ellos captan que algo está pasando y al no tener la información de lo que ocurre, la confusión y la incertidumbre pueden apoderarse de ellos.

Conviene hacerles partícipes del proceso muerte; hablarles con naturalidad, con un lenguaje sencillo amoroso y asequible a su edad. Por ningún motivo trasladar culpas como: “es que tu como no comes tu papito se enfermó”, por favor, o decirles, “esta noche viene y te hala los pies”, jamás caer o incurrir en frases temerosas, amenazantes, la muerte hay que darle un tratamiento absolutamente natural. Así como los chicos se preparan en la academia, también hay que educarles para aceptar la muerte como un hecho natural, que claro está viene acompañado de la tristeza.

Más o menos durante la primera infancia como hasta los cinco años los niños aceptan la muerte con bastante naturalidad, sienten la pérdida, pero como viven el presente, continúan su vida con normalidad, salvo que perciban mucho drama en su entorno. A partir de esta edad conviene darles explicaciones y compartir sus sentimientos, si esto no se hace así, los chicos pueden presentar situaciones en las que les asalte el miedo o la angustia. Por ejemplo, si ha fallecido una persona de cuarenta años y sus padres tienen una edad parecida, pueden vivir con la angustia el hecho de que sus papitos se van a morir pronto.

También está bien hablar con los hijos sobre qué pasa después de la muerte y esta charla se hace a la luz de las creencias familiares; la tristeza un sentimiento tan natural como cualquier otro hace presencia ante una pérdida irrecuperable y demanda protección o auto-protección. Resulta adecuado permitir y vivir esta emoción y no taparla con otras, pues cuando no se vive de manera adecuada, se puede transformar en: depresión, angustia, ansiedad...La tristeza ayuda a los chicos a entender la vida como un proceso de pérdidas permanente. Cada día se asiste a muchas “muertes”, pues cada instante muere y ya no vuelve. De ahí lo importante que resulta vivir el presente y con el ejemplo inculcarles este sano hábito de vivir el ahora. Es más si los adultos vivieran el presente, lo harían de forma más intensa y profunda, evitarían desperdiciar el tiempo en discusiones y rabietas inútiles.

Tampoco hay que engañar a los chicos diciéndoles que se muere cuando se está viejito, eso no es cierto, hay que dejarles claro que, todo lo que nace, muere. Hasta aproximadamente los 6 años de edad, los niños no se angustian con el tema de la muerte, es más hablan con naturalidad de ella, en momentos en que se les da la noticia, ellos la reciben y es probable que sigan en sus actividad normal, la angustia la captan y absorben de los adultos, los niños necesitan saber que el cuerpo sin vida queda en el cementerio, donde están las tumbas y en un lugar está escrito el nombre, apellido, fecha de nacimiento y de fallecimiento "de la persona que murió". Allí se puede ir a recordarlos.

La muerte toca un tema complejo, universal pero particularmente religioso, muere
el cuerpo, y el alma y el espíritu? Una forma de respaldar el tema, con respecto a lo que queda es hablar de los lindos momentos, recuerdos, mirar fotografías, en este momento es muy importante tocar el tema con finura, delicadeza, respeto, hablar de herencias sentimentales, como la sonrisa, la amabilidad, la alegría, y explicarles que eso nos dejó, que en ultimas vuelve a ser el ejemplo el rey de las enseñanzas.

Antes de terminar es importante señalar que cuando los niños no hacen preguntas acerca de la muerte de un ser querido, no significa que no las tengan, ellos perciben que formularlas abiertamente provocaría angustia e incomodidad en los adultos, si de esto no se habla, aparecen síntomas (físicos y psíquicos) de distinta gravedad. La verdad puede ser triste, pero ignorarla, enferma.

Con  Caricias  Calientitas

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