lunes, 18 de mayo de 2015

ENTUSIASMO PARA LA FELICIDAD

Todos los papitos quieren que sus hijos sean  entusiastas,  optimistas, felices, seguros y equilibrados emocionalmente, en últimas quieren que sus tesoros sean exitosos, afronten con decisión y autonomía cualquier dificultad o reto. Quieren fervientemente que los chicos experimenten un autentico gozo y realización, desde la primera infancia, por su puesto estimular un estilo de vida saludable y prevenir la depresión en los chicos.

El desarrollo de pensamientos y reacciones emocionales en los niños se da a partir de lo que ellos observan en los adultos que viven en su entorno inmediato, es decir, que si sus relaciones tempranas son positivas, se sentirán seguros y queridos, y más adelante crearán relaciones afirmativas y experimentarán bienestar. El ejemplo se convierte como siempre en el mejor maestro, los papitos optimistas deben trascender la alegría y la diversión, su optimismo debe ser un habito, que abarque, el pensamiento, el sentimiento y la actitud, imparajitablemente tiene que ser así, pues los chicos en la primera infancia están como “esponjas” absorbiendo todo lo ven, oyen, perciben; igualmente ellos los chicos también se equivocan en sus imitaciones porque les llegan mensajes errados.

Aunque el optimismo tiene que ver con la alegría y el buen humor, no son lo
mismo, el optimismo es un hábito de pensamiento positivo, y como hábito se adquiere a través de la rutina, la definición léxica del optimismo es: “la propensión a ver y a esperar de las cosas la parte más favorable”. Existen miles de estudios sobre como “inculcar” optimismo en los niños desde la primera infancia, vale decir que la estrategia mas eficiente y eficaz es el ejemplo, papitos que no se deprimen, son más sanos, y aquí empieza el ciclo, los chicos obviamente son más sanos, mas alegres y triunfadores, igual que sus papitos. Está comprobado que un niño que crece en un hogar poco optimista, mas bien negativo, es un chico que tiene diez veces más probabilidades de estar deprimido y de estarlo en etapas más tempranas del ciclo de la vida. El optimismo es, además de un hábito de pensamiento positivo, una cualidad de la inteligencia emocional que se puede aprender (o no), si el entorno lo favorece.

La pregunta frecuente ¿cómo enseñar a ser optimista a los chicos? Pues lo primero se ejemplo, modelo de optimismo, porque los chicos copian la forma de enfrentar situaciones “problemáticas”, es considerar que los acontecimientos positivos y agradables ocurren habitualmente y que los contratiempos son sucesos puntuales y superables en mayor o menor medida. La persona con un pensamiento habitualmente positivo, pone los medios para lograr que las cosas buenas sucedan. Hay que revisar y replantear la forma de llamar la atención a los chicos, el lenguaje siempre en positivo, los papitos optimistas siempre ven una oportunidad de aprendizaje ante cualquier dificultad de su hijo y así se lo hace ver y sentir, Ejemplo: el chico olvido su morral escolar y allí llevaba su trabajo final de sociales, el papito optimista le pregunta cómo le fue, y luego le pregunto qué pasó con el trabajo de sociales, y además lee la nota de la escuela sobre el olvido de su hijo, entonces con el chico buscan soluciones positivas, reales para que no vuelva a suceder. El papito negativo, entra en cólera, grita, regaña y castiga, lo trata de irresponsable y le vaticina un futuro “negro”, y además lo culpa por la imagen que van a tener en la escuela de la familia, por favor! Siempre hay una solución y que decir cuando los chicos se hacen pipi, ojo hay que replantear la forma de llamar la atención.

Cuando los chicos se expresen “yo no puedo, no soy capaz” hay que volcarse inmediatamente en leguaje amable positivo, convincente, enriquecedor y creativo y hacer que el chico cambie su lenguaje, y… repasar las actitudes porque esas frases él chico las asimila de su medio ambiente.

Claro que se puede apreciar cómo la respuesta positiva, optimista frente a los conflictos con los niños determina la capacidad de sacra provecho, “aprendizaje” de cómo enfrentar los problemas. Si las respuestas son negativas y pesimistas el chico sale triste, “herido”; por eso hay que junto con el pequeño con un lenguaje claro, amable, optimista, a su altura, describir concreta y temporalmente el incidente.

Utilizar palabras como "siempre", "nunca", "otra vez igual", "no cambiarás nunca", etc. cierra al niño completamente el camino del cambio. Lo que se le está comunicando es que no va a progresar y mucho menos va a resolver sus problemas.

Buscar conjuntamente con el chico aunque sea pequeño, él puede, la oportunidad
de identificar el problema, ayudarle a que revise lo sucedido sin cargas negativas, sin críticas, ayudarlo con cariño, de modo que pueda analizar los hechos y sus consecuencias. De esa manera él sentirá que los papitos están a su lado para ayudarle, no para hundirle más. Ofrecer una salida adecuada que le ayude a resolver por sí mismo la situación. La primera infancia es, eminentemente, una etapa de aprendizaje.

Es conveniente tener presente que el optimismo es mucho más que un estado de ánimo, es una actitud frente a la vida, es un hábito de pensamiento. El optimismo le permite a los chicos sentirse mejor y percibir mejor a los demás, es mas se vuelven tan hábiles que ponen los errores y las imperfecciones en el lugar que le corresponden, sin dramatismos ni juicios exagerados. Una educación así equilibrada, divertida y sana, que obviamente tiene conflictos, es una educación en la felicidad y para felicidad. Aprender en familia a sacar provecho de los conflictos, las dificultades y los problemas edifican, construyen, unos hábitos sanos de crecimiento y superación.

Por su puesto durante el periodo de gestación es vital llevar el embarazo con optimismo.


Con Caricias Calientitas

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