miércoles, 25 de mayo de 2016

BESITOS VOLADORES PARA LA FELICIDAD

En cada beso por lo menos 40.000 microorganismos se mudan se van a vivir en otro cuerpo y un solo beso puede arrastrar contaminaciones no deseables para el niño. En los años 50 el médico francés Joseph Pourcel escribió “el beso: membranas mucosas contra membranas mucosas, que suponen un gran riesgo para la salud".

Los epidemiólogos actuales ponen el beso en su sitio, asegurando que si fuera malo los seres vivos que se besan -varias especies de peces y mamíferos, además del hombre- hubieran desaparecido, pero en los niños el beso inadecuado es una fuente potencial de transmisión de enfermedades infecciosas. Según muchos pediatras, “el beso en la boca supone un riesgo para la salud, no un gran riesgo, pero su magnitud está ligada a las condiciones de salud de las personas que besan al niño” Este riesgo, comparado con las posibilidades de transmitir enfermedades por otras vías, es francamente menor”. Sin embargo, enfermedades como el virus del herpes y el virus de Epstein-Barr, el agente causal de la mononucleosis infecciosa y otros virus como los respiratorios -influenza, pueden ser transmitidos a través del besos inadecuados dados al niño.

Barreras protectoras

La boca es la puerta de entrada a lo que se llama la vía aérea superior y a partir de los labios, alberga
millones de microorganismos que constituyen la denominada flora normal o habitual. Está compuesta principalmente por bacterias y en menor proporción por hongos y protozoos. La flora normal coloniza la cavidad bucal, existe, se multiplica en una baja tasa y de este modo no causa daño al pequeño, es decir, que es posible convivir amigablemente con ella. La saliva es como quien dice la súper héroe, la encargada de la protección, pues la saliva tiene lo suyo, bondades profilácticas y es indispensable en materia de higiene, tienen un papel protector individualmente y en combinaciones moleculares.

Sin embargo, los besos están afectados por factores como edad, salud bucal y estado de inmunidad. Enfermedades propias de la cavidad bucal como los problemas infecciosos dentales, caries, y enfermedades generales, pueden afectar la composición de la flora y aumentar los riesgos de transmisión de enfermedades a través del beso inadecuado al menor.

Según el doctor Banfi, “un recién nacido o un lactante no tiene la misma flora que su madre. Ella alberga entre sus bacterias algunas potencialmente patógenas para el niño, como por ejemplo el neumococo”. Ésta última es una bacteria que se transmite por vía aérea y se aloja en la garganta. Un estornudo o un beso pueden ser suficientes para transmitirla y desencadenar una enfermedad neumocócica invasora, como la meningitis por neumococo. Como agrega el doctor Banfi, “la madre puede tener infecciones virales sin sintomatología importante y puede, al besar a su hijo, transmitírsela. Aunque las madres le confieren cierta inmunidad a los niños a través de la placenta, ésta -por lo general- sólo se extiende por un período de seis meses”.

Sin alarmas! Los besos inadecuados para nada impiden la lactancia si se tiene el cuidado de usar medidas de prevención, como el lavado de manos antes y después de amamantar al niño, cero besos inadecuados, mascarilla si es posible, y por ningún motivo llevar el chupo del niño a la boca.

La importancia de la salud bucal

Y bueno otra cosita de los besos inadecuados, es que éstos pueden transmitir bacterias que provocan caries. La bacteria "streptococcus mutans", se encuentra generalmente en la saliva de las personas infectadas y, por tanto, se puede transmitir por contacto directo a través del beso inadecuado, o indirecto a través de cucharas, tenedores o el mismo chupo que la madre se lleva a la boca para limpiarlo. 

En este sentido, esta sola razón bastaría para desalentar la práctica de besos inadecuados a los niños.
Obviamente, el grado de transmisión varía de persona a persona y depende del grado de caries que tenga la madre, de la frecuencia con que bese a su hijo y, por cierto, del estado nutricional e inmunitario del niño”.

Si bien, el beso a un niño de su acompañante adulto implica una respuesta natural a la ternura que nace en el corazón, y por ello es virtualmente imposible impedir que se le den besos a los niños, es necesario que conocer los riesgos probables que tiene este acto de amor y que de este modo demuestre su cariño con otras manifestaciones que son tanto o más importantes que el beso: caricias, abrazos, sonrisas y palabras amorosas, caricias calientitas entre tantas otras cosas. Entonces en adelante besitos de algodón de azúcar en la cabeza, en los pies, que tal ensayar los besitos voladores, pero jamás en la boca. 

Con caricias Calientitas…

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