domingo, 7 de noviembre de 2010

CRIANZA PARA LA FELICIDAD


Desde la dulce espera hasta los seis primeros años de vida tiene lugar en el ser humano un desarrollo físico y cognitivo, que se potencia a través de la cultura. El cuidado y afecto de los papitos, mamitas, familiares, cuidadores y adultos significativos es indispensable para la supervivencia de los niños y niñas, y para desarrollar un sano ambiente que le permita adquirir y aprender habilidades para desenvolverse en su medio y por sobre todo ser Feliz!

La crianza con amor, bondad, respeto, jamás será sinónimo de “permisividad”, vale la pena hacer esta aclaración, porque se está confundiendo la crianza con amor para la felicidad con la crianza permisiva e incluso negligente.

Hay un refrán o proverbio que dice, “hay que ponerse en los zapatos ajenos para comprender”, igual con los niños, colocarse en su lugar, dejarlo jugar, mancharse, llorar y desahogarse, dejarlo correr, probar y caerse, respetarlo y hablarle con respeto, amabilidad dulzura, etc. El chico no está reñido con las normas de convivencia de la sociedad ni con los famosos “límites” que tantos pregona, está viviendo su infancia primera. Caricias calientitas defiende a capa y espada la crianza con amor y la importancia del afecto en la educación para felicidad de los niños y niñas; obviamente estos comportamientos afectuoso son objeto de críticas familiares, sociales e incluso escolares, precisamente porque aun se confunde la crianza con amor con la permisividad, y si los niños necesitan normas, limites pero con amor!

Existen dos maneras bien diferentes de “permitirles” a los hijos hacer algo: desde la comunicación, la mirada, la presencia paterna que respeta sus necesidades, su condición de niño y su personalidad; o desde la ausencia, desde la ignorancia, desde la pereza, la comodidad o la negligencia de los papitos, que simplemente “pasan” de sus hijos, no los escuchan ni los conocen, no pasan tiempo con ellos, y por tanto, tampoco los respetan, simplemente los ignoran. Es importante hacer esta distinción para incautos, la crianza con amor para la felicidad, se basa en el afecto, la mirada, la empatía, el tiempo dedicado y realmente compartido con los hijos. Educar es acompañar. Con coherencia, con criterio, con creatividad, con alegría, con cariño y con respeto por el niño pequeño.

Eso es bien diferente de la familia “permisiva” donde los niños permanecen solos una gran parte del tiempo, haciendo lo que quieren, “entretenidos” para no “molestar” al adulto; donde unas veces son regañados o reciben gritos o golpes cuando sus papitos están enojados, o de mal humor, y otras son consentidos o se les permite hacer lo que quieran siempre que “no molesten”; donde se cambian el tiempo, la presencia y la atención por regalos y objetos materiales; donde los papitos están en el bar o fumando un cigarrito mientras los niños juegan solos todas las tardes en el mismo parque; donde los niños se crían solos sin apoyo y sin sostén emocional; donde no hay coherencia ni criterio educativo; donde los papitos, ya sea por trabajo, por inconsciencia, por pereza o por falta de recursos materiales, intelectuales y emocionales, permanecen ajenos a las auténticas necesidades del niño, y este sigue siendo huérfano de mirada, contacto y atención… Más que de educación permisiva, parece más adecuado hablar en este caso de educación negligente, o incluso de no educación, simplemente abandono. El presente frente a la crianza de los niños, está contaminado por el conductismo, sin embargo, existen estudios científicos profundos, en los afectos y las emociones y en la comprensión de la primera infancia, que demuestran que el amor es el pilar fundamental en la crianza para la felicidad desde la autonomía y respeto por la diferencia.

Tampoco llegar a los extremos, simplemente es comprender la importancia que tiene la primera infancia, que es y ha sido completamente ignorada por las posturas “oficiales”, que aún hoy siguen defendiendo más que nunca como la gran victoria de la “igualdad” que propone “abandonar” las criaturas en escuelas infantiles a las 16 semanas de vida. Es darle el lugar que merece a la primera infancia, pues cada etapa se construye sobre la base de la anterior. Y si no ha sido, no importa, nunca es tarde para comenzar a respetar y a construir una relación con los hijos basada en la sinceridad, el afecto, la comunicación y la presencia, la amabilidad, el respeto.
Y ni mas faltaba que se trate de culpabilizar a las mamitas, si se culpabiliza a alguien, es en todo caso a la sociedad en su conjunto que no apoya ni prestigia a las mamitas ni a la maternidad, que está exclusivamente enfocada en la producción y no en la re-producción, que hace invisible todo lo que se sale de los circuitos de la producción y el consumo, que no invierte recursos en apoyar la primera crianza de los bebés en manos de sus propias familias, y mucho menos tiene en cuenta las necesidades afectivas de los niños pequeños.

Pareciera que implementan una teoría absurda: el niño se educará bien a sí mismo si lo dejamos solo. Los principios de la crianza con amor se basan precisamente en la defensa crucial del afecto, de la corporalidad materna para los bebés, de la importancia de la presencia maternal y paternal a lo largo de toda la infancia y la adolescencia de los hijos. Los seres humanos no son innatamente buenos ni innatamente malos, la interacción con el entorno es lo que los convierte en una cosa u otra.

El pilar fundamental de la crianza amorosa y respetuosa es la empatía con los niños, la verdadera empatía por sus necesidades y también el conocimiento de lo que realmente necesitan los bebés humanos para su desarrollo emocional. Muchos de los conceptos que promueve la crianza con amor pueden parecer raros, obsoletos o exóticos, por eso es importante asimilar menudito para que se comprenda bien algo fundamental: lo verdaderamente importante es el bienestar del hijo, hay situaciones que la crianza con amor considera básicas pero como ya se sabe, cada familia es un mundo y cada bebé una personita individual con sus gustos, apegos, emociones, etc.
La crianza respetuosa debe despojarse un poco y paulatinamente de todas las imposiciones culturales con las cuales se convive a diario, por ejemplo siempre hay algún “metido” que dice: ¿Tan grande y todavía toma pecho? Ya va siendo hora de que lo destetes. ¿Y cuándo lo vas a sacar de tu pieza? Si no lo ponen a dormir en su habitación se malacostumbra y después no lo sacan con nada. No lo cargues que se acostumbra a estar en brazos. Es mejor una palmadita a tiempo. ¡Los niños son muy manipuladores! Estas frases y otras similares nos son dichas a diario a los papitos que cometen tamaños errores con los hijos y dejan que duerman en su habitación, los cargan mucho, jamás les pegan, les permiten seguir al pecho cuando están “mayorcitos” -a propósito, ¿qué mente iluminada; dijo alguna vez cuándo son “demasiado mayorcitos” para tomar pecho? y acuden inmediatamente cada vez que los reclaman. Pues bien, a donde quiero llegar es aquí: todas esas creencias son elaboraciones culturales que van surgiendo con el tiempo casi sin que lo advirtamos, son prejuicios invasores, están por todas partes y lo común es que jamás los papitos se toman el tiempo de sentarse a pensar un poco si tienen algún sentido, si son ciertas, si contradicen el instinto y lo más importante si coinciden con la naturaleza de su hijo.

En la crianza con amor hay que apostar por el respeto. El amor no conoce “términos medios”, aunque cada uno ve el “centro” según la cantidad y calidad de los afectos que haya recibido en su propia vida. Es una forma de entender la educación infantil que ha tenido muy pocos antecedentes -escritos- en la historia de la sociedad occidental hasta hoy día. Es criar y educar desde el amor profundo, que comienza desde la dulce espera, en la importancia del continuum con el cuerpo de la mamita en los primeros meses del recién nacido, continúa con la identificación emocional en los primeros años, y sigue con la comunicación profunda toda la vida.

El amor expresado desde la dulce espera, demuestra que cuando el niño o la niña nacen, ya tienen un pasado de nueve meses amoroso, cálido. Los papitos deben ser conscientes de: las necesidades de contacto físico de sus niños, de la importancia de aceptar sus emociones sin juzgarlos y aceptando la expresión de sus sentimientos, la confianza que deben depositar en sus habilidades, la importancia de conocer sus ritmos de aprendizaje, la importancia de la motivación, la calidad y dedicación de tiempo que deben brindarles, al igual que la autonomía que deben adquirir para que resuelvan sus propios conflictos. Como quien dice: SI a la Crianza con Amor y Respeto! NO al Castigo físico y trato humillante!

Con Caricias Calientitas



4 comentarios:

  1. Tita, ya te leo mañana con más tranquilidad...
    Buen final de Domingo
    Besitos

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  2. La crianza basada en el amor y el respeto es fundamental.
    La empatía con los niños para descubrir sus verdaderas necesidades y contribuir a su desarrollo emocional.
    No al maltrato , a la indiferencia , a la " negación" sin fundamentos.
    Como siempre , Tita, tus exposiciones son reflexivas y enriquecedoras.
    Me encantan.
    Besos!!!

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  3. los niños, son ¨personitas¨ por su tamaño, pero personas al fin...y se los debe respetar como tal! y darles su espacio y atención con más delicadeza, por la fragilidad de su cuerpos y emociones.
    me encantan tus entradas, COMADRE!!!
    kisses hermosa.

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  4. Cuando crías a un niño en la bondad, sin duda te saldrá bondadoso. Un genial post, a ver si algunos toman nota.

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