“La alegría y el amor son dos alas para las grandes acciones." Goethe
La felicidad de los hijos debería ser una de las principales preocupaciones de los buenos Papitos, con hijos en la primera infancia. Hoy vamos a apostarle a educar para que los chicos crezcan felices. La familia y los hijos en particular, atraviesan diferentes etapas y es inevitable, que surjan conflictos y momentos difíciles, que es bueno transitarlos de la mejor forma posible, con amabilidad, y una gran paciencia.
Para estar bien preparados a la hora de que sucedan algunos problemas típicos de la familia y evitar que estos interfieran en la felicidad de los chicos, es bueno tener en cuenta algunos recordatorios, como: Incentivar la autonomía de los chicos, dejarlos resolver las cosas por sí mismos y no estar encima de ellos todo el tiempo. Tratar de saber cuándo se sienten frustrados, es decir, no siempre es bueno decir que sí a todo lo que pidan y esto es para que vean que en la vida no todo es color de rosas y conformar una personalidad valiente con base a que pueda asumir las frustraciones o problemas como parte normal de la vida. Estimular la comunicación: Hablarles desde antes de nacer. Promover actividades en familia, dar amor por igual a todos los hijos, no tener marcadas diferencias, respetar los espacios propios de los chicos, las mamitas a veces se exceden contando o mostrando intimidades de sus hijos, por ejemplo, “mira parece un bebé, mira como hace pis en su cama”, por favor! Hay que evitar a toda costa ser autoritarios, tampoco permisivos 100%, los límites se pueden marcar sin ser dictadores, se pueden lograr con amor, dulzura, paciencia, claridad. Y por ultimo hay que estimular el desarrollo de sus propios deseos y sobre todo tratar de no vivir a través de ellos, los propios anhelos.
La alegría es una de las emociones básicas de la felicidad de todo ser humano desde que nace, junto con el miedo, la ira, la tristeza y la sorpresa. La felicidad es un estado de ánimo agradable y vivo, fresco y luminoso, generador de bienestar general, que produce altos niveles de energía y una disposición a la acción constructiva. Es un estado de ánimo que generalmente se manifiesta con signos externos por lo que puede ser percibida por otras personas, ya que quien experimenta alegría, la revela en su apariencia, lenguaje, decisiones y actos, y se podría decir que en los niños prima la felicidad, la alegría como debería ser, porque también se encuentran caritas tristes.
Hay expertos que distinguen entre la alegría pasajera, fruto de un encuentro con un amigo o un chiste, y la alegría como instalación vital, que es una tendencia creada en los chicos a percibir preponderantemente la parte positiva de la vida. Hablarles siempre en positivo, en oportunidades, esta alegría como instalación vital es la que los papitos y educadores deben fomentar en los niños.
Volviendo a la felicidad, que es par de la alegría que a su vez es una emoción, que etimológicamente, emoción viene del latín emotio, -onis que significa impulso que induce a la acción. Fisiológicamente, las emociones organizan con inmediatez las respuestas de los distintos sistemas biológicos ante un cambio externo: desde el sistema endocrino a las expresiones faciales, músculos, voz y sistema nervioso, con la finalidad de establecer un medio interno óptimo para la respuesta más efectiva. Por eso es tan importante el ejemplo, es que los chicos todos lo absorben entonces nada gana una mamita que primero grita al papito, y luego enojada y llorando le dice al bebé “yo te quiero” ese mensaje no está llegando! Ojo con el ejemplo que como siempre aquí reina como el mejor maestro. Psicológicamente, las emociones alteran la atención, modifican la conducta y activan redes asociativas relevantes en la memoria.
Entonces teniendo claro que lo que es la alegría, una emoción, un estado de ánimo, ahora la pregunta es ¿cómo se despierta esta emoción en los niños? ¿Cómo se despierta la alegría? Autores dicen, que alegría y aligerar comparten idéntica raíz etimológica, por lo que hacer la vida más ligera es lo que produce alegría: la nuestra y la de los demás. En los niños desde bebés, el arte, el amor, la ética son mecanismos de aligeramiento de la vida, un gran invento e intento para inducir, renovar y conservar la alegría infantil es el juego. Nuevamente el ejemplo, es esencial para fomentar la alegría en los niños. A la comprensión e imaginación de los papitos y educadores se deja los cambios de los siguientes ejercicios: La música desde el vientre materno comienza a crear sentir la vinculación entre el bebé y la mamita, y el papitos, cuando este le habla también, o le canta. El apasionante mundo del ritmo y los sonidos, hace que la alegría estimule la felicidad. El niño en el vientre materno se encuentra inmerso en un ambiente sonoro acuático: percibe la voz de la mamita, su respiración, los latidos del corazón, el flujo sanguíneo, las palabras, la música y el ruido exterior atenuados por el líquido amniótico. Una vez nacido su oído percibe el silencio de la soledad, los pasos, las palabras y la música lo sigue acompañando a través de nanas y canciones de cuna desgranadas a cualquier hora del día, las cuales acunan también esperanzas, miedos, sueños o proyectos sin que importen la tonalidad, el registro, o la afinación del intérprete, pero la intencionalidad en la dulzura es decisiva. A través de ese repertorio vocal inaugural, aprenderá que la música no es sólo una sucesión de sonidos. Por la canción elegida y la forma en que esta es cantada, intuirá inconscientemente cuando en su mamita se alternan la angustia y la alegría. También aprende que la música y el canto, aún el más rudimentario, no son sólo pasatiempos, sino, alegría, alivio y consuelo. En los ejercicios se puede distinguir entre la pura audición y la intervención del niño, que podrá ser en acompañando el canto y/o con instrumentos de ritmo (crótalos, castañuelas, triángulo, maracas, pandereta…)
Audición: Cuentos: es bueno acostumbrar al niño a escuchar narraciones desde la cuna, este prestar atención inicial le ayudará posteriormente en clase. Aunque en un principio no le interese la historia, siempre le interesará la voz de quien narra la historia, y aprenderá a distinguir tonos y cadencias. Los cuentos deben ser idóneos y repetitivos, no tanto en las historias como en las palabras fundamentales de la narración. Canciones: no solo canciones infantiles y clásicas, también alimentan la alegría las canciones modernas, sus letras y sobre todo las melodías le quedan al niño en la memoria desde el año y medio aproximadamente, eso sí, canciones con letras bonitas, no melodramas de reclamos y lenguajes ordinarios que los chicos no entienden y además son vulgares. También se puede jugar a silbar una melodía y preguntar al niño por el nombre de la canción. Es conveniente mejor cantar con el niño, la presencia de las ondas es más impactante en el canto directo y compartido, la posibilidad de escuchar música “enlatada” de todos los tiempos en todos los rincones de la casa es hoy una posibilidad real y útil que ha de aprovecharse.
Cuando el chico entra al jardín, al colegio empieza a ejercitar más concretamente, sus habilidades artísticas y a desarrollar con ellas la alegría de vivir haciendo. Hay que dejarlos que pinten, esculpan y hagan recortes desde los diez meses. No importan lo garabatos, lo importante es el esfuerzo por hacer, por conseguir objetos artísticos, y por lograr alegría al mostrar sus resultados. Colgar los dibujos en la nevera con imanes, es apropiado para que el niño sienta el aprecio por su arte. Hay que dejar que se ensucien cuando trabajan con plastilina, con barro, y a partir de los tres años déjele manejar unas tijeras para recortar y pegar sus “collages”, siempre en compañía cercana de un adulto. La expresión corporal, es vital como motivación de la felicidad pues los niños sienten su cuerpo con mucha más intensidad por su incipiente racionalidad. La alegría que le produce sentirse acunado y que posteriormente se transformará en sentido del equilibrio, es preciso incrementarla conforme crezca a través del baile y con dos o tres años de la interpretación.
La necesidad de ser queridos es tan fuerte en los bebés, que se ha podido comprobar en los hospitales pediátricos que los bebés que eran sostenidos en brazos mientras se les deba el biberón engordaban más -tomando la misma cantidad- que aquellos a los que se les suministraba el biberón desde la cuna. La necesidad de contacto físico del bebé ha hecho que en estos hospitales se introduzca como elemento curativo la figura de la mamita. Los niños necesitan sentirse queridos física y psíquicamente, de forma global y total en primerísimo lugar por sus papitos, después por sus familiares cercanos, cuidadores y profesores. El amor es la gran escuela de la alegría de vivir.
El amor debe ser percibido por el niño a través de los cinco sentidos corporales: vista, oído, olfato, gusto y tacto. La mamita, el papito, los cuidadores deben: acunar, mecer, acariciar, abrazar, masajear; el amor a los niños incluye miradas, sonrisas, mensajes, palabras, canciones; abarca desde el primer despertar al último sueño, incluyendo comidas, baños, bailes, paseos…El mejor estimulo lleva sobre dosis de dulzura, ternura, alegría, paciencia.
Todo niño sano desea inconscientemente crecer en edad y conocimiento. A ello, a este “ser más” a cada instante, se aplica con interés el bebé desde el primer día de vida. El conocimiento en los primeros meses de vida se aprende por pura experiencia, a través del comportamiento propio y de la percepción del comportamiento ajeno, pero familiar. Si los papitos, y muy en concreto las mamitas, aplauden y celebran el buen hacer del bebé, sus logros y progresos, por mínimos que sean, son fruto del esfuerzo, el niño irá crecientemente gustando el hacer bien las cosas por el placer que suponen en conciencia y en aplauso. El sentido del logro inicialmente va unido al aplauso social, de forma que el esfuerzo de conseguir, ya sea agarrar el objeto deseado, gorjear, sonreír, voltearse, alzarse, sentarse, o dar el primer paso, suele ser con frecuencia anterior en tiempo y mas importante en intensidad, en los hermanos mayores que en los benjamines. Pero una vez establecido el mecanismo de autosatisfacción por el esfuerzo realizado, sin necesidad de público, ni del consiguiente aplauso, el niño vuelve a intentar a solas agarrar, sonreír, voltearse…Y cuando lo consigue se ríe feliz, él solo con su logro a cuestas.
En este mecanismo, tan sencillo como primario, se encuentran encerradas muchas claves para la felicidad posterior de cada niño, de su capacidad para sobrellevar las inclemencias de la vida y de su resurgir tras una derrota. Caricias Calientitas invita a educar para la felicidad, con un menú de amor, salteado en paciencia, y por su puesto en salsa de alegría, ternura, y dulzura, el respeto debe ser su principal adobo.
Con Caricias Calientitas
Qué lindos consejos y ejercicios para lograr que los niños rían, sean felices, sonrian y estén alegres en sus primeras etapas de la vida, como asñi tambien, en el desarrollo de la primera infancia.
ResponderEliminarUn beso enorme Tita! Feliz jueves ♥
Y que sùper menù energetico has dejado Tita.
ResponderEliminarGracias en nombre de todos los niños del planeta Tierra1
Besitos empitukados.
Que lindo post Tita, eres un sol, te cuento que mis sobrinitos desde Australia! también lo siguen y les gusta mucho, se divierten con las imágenes y con lo que les cuenta mi hermano porque son muy peques.
ResponderEliminarUn abrazo!