
Resulta que Benjamín desde su concepción lleva impresa la espiritualidad que lo hace ser más cariñoso, consiente de su comportamiento, y de cómo este afecta al mundo que lo rodea. Sería fantástico que como Benjamín toda la raza humana accediera a la posibilidad de entender las Leyes del Universo, seguramente se evitaría mucho dolor y sufrimiento.


Ojala, en lo posible cuando Benjamín y todos los chicos estén más grandes hacer un ritual sencillo, cerrar los ojos, para desear que papito llegue bien, para desear que el hermanito se mejore, y así existen muchos motivos para desear, agradecer, soñar, también, respirar profundo y permitir que los chicos imiten, esta es una forma de introducirlos a la meditación, los papitos deben tomarse el tiempo para una pausa apacible en meditación cada vez que lo necesiten. Después de una rabieta esta acción resulta una oportunidad para tranquilizar al pequeño y aprender una lección; quizás se puede también en los chicos de tres años en adelante cuando cierran los ojitos, hacer ejercicios de relajación, hablarle suavemente de sus pies, sus rodillas, inicialmente se le pueden ir rozando con mucha sutileza las partes del cuerpo mientras se nombran.

Así como está la prioridad de atender las necesidades físicas e intelectuales de los niños a medida que avanzan en su proceso de crecimiento y desarrollo, de igual manera es necesario fomentar en los hijos el desarrollo y fortalecimiento de la dimensión sentimental. Yo diría, creo que los papitos que niegan una orientación de este tipo a los pequeños, están errados, es que esto es diferente al ritual, a un bautizo, a una confirmación, la teoría desmentida por cierto que las sensibilidad es exclusividad de la niñas es un equivocación garrafal, esta educación “religiosa” es razonable que la dejen a elección para cuando el chico pueda intervenir activamente con su inclinación religiosa. Si la orientación espiritual no está presente durante la primera infancia, el niño cuando la conozca la considerará extraña al proceso y tendrá el concepto de que no es indispensable, es como inducirlos en el conocimiento de si mismos, como decía Heráclito: “el que conoce lo externo es un erudito, el que se conoce a sí mismo es un sabio”, por su puesto esta afirmación aplica a los adultos también.
El espíritu de un niño es espontáneo y único, con su inocencia, los niños pueden recordar a los adultos que la espiritualidad es sencilla, directa e increíblemente original, con su dulzura y ternura, los niños hacen evocar creencias y valores esenciales. La formación de la dimensión sentimental de un niño se logra por medio de una estrecha comunicación entre los papitos y éste, en la que se dan respuesta a muchas preguntas esenciales de la vida.
Los siguientes elementos son fundamentales dentro del proceso de fomentar la espiritualidad en los niños según expertos en el tema: Crear confianza con el hijo, el amor y la confianza constituyen los dos elementos fundamentales para la relación entre los papitos y los hijos. El niño necesita sentirse lo suficientemente seguro para poder explorar, puesto que la exploración en la niñez se constituye en un elemento esencial de su sensibilidad; cultivar la libertad como una cualidad característica de un hogar sensible garantiza al niño, expresar ideas, hacer preguntas y manifestar dudas acerca de “sentimientos” . Los papitos de Benjamín, demuestran interés en la vida de su bebé, y así crean un clima espiritual en la vida de Benjamín, ellos invierten tiempo, cariño y aportan una gran dosis de sinceridad, papitos como los de Benjamín hacen continuamente ejercicio de una auténtica capacidad de escucha que es fundamental, reconociendo su niño como un interlocutor válido de acuerdo con el momento de su desarrollo.
Alrededor de un bebé, muchos se preocupan de asuntos materiales, hay inquietudes familiares, hay las propias angustias de los adultos y disputas, a veces. Las palabras que escuchan son acerca del pañal sucio que hay que cambiar… ¡otra vez! ¡De cuan cara es la vida, especialmente los pañales desechables! del cansancio de los adultos, el fastidio, etc. Esto perturba al recién nacido que todavía está muy conectado con su lugar de origen. Háblenle de luz, de amor, de paz en la Tierra: cuánto estábamos esperando su llegada, cuánto honramos su decisión de venir aquí, etc… En nuestras propias palabras, de corazón. Esto nos hace recordar que nosotros también somos este niñito de Luz y Amor, y que nuestra única función en la Tierra es irradiar esta Luz y Amor, no importa lo que pase.
Para concluir muchos besitos de colores para Benjamín, “Zulo y Carola” y aquí estaremos encantados de jugar con Benjamín!
Con Caricias calientitas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario