lunes, 3 de septiembre de 2012

SIN EMBUSTES PARA LA FELICIDAD

Las mentiras en los niños tienen su propio significado, lo que no pasa en los adultos, los pequeños en la primera infancia creen que sus papitos son los “sabelotodo” e incluso creen que les leen el pensamiento. Cuando mienten por primera vez los chicos, creen que los papitos guardarán el secreto, y resulta que los papitos hacen de esa mentira un acontecimiento, social y familiar, situación que inmediatamente empieza a desmoronar la perfección de los papitos; y los chicos de alguna manera se dan cuenta que la realidad es distinta a la que ellos percibían. En los chicos de menos de 4 años, los sueños, deseos y fantasías no siempre se diferencia de la realidad objetiva. La confusión entre la realidad palpable, y los deseos que se satisfacen en su mundo imaginario, inducen la mentira infantil, y es aquí cuando los limites afectuosos, amables, deben aparecer. 

Ahora bien, la mentira la deben diferenciar los papitos y los adultos del imaginario del juego, en ciertos momentos, los chicos elevan su autoestima con mentiras sobre el carro del papito, estas mentiras, son ocasionales en la mayoría de los niños y no se les debe dar el valor dado a la mentira moralmente como algo a sancionar con una penitencia o castigo, sino tratar de entrever la causa que lo llevó al niño a ese accionar y aclararle que eso es una mentira y como tal no se debe repetir. También mienten los chicos, como una estrategia para ganar beneficios y evitar oficios, tales como: lavarse los dientes, o decir que no tiene ganas de hacer chichi para seguir jugando. 

Nuevamente hay que diferenciar las mentiras ocasionales de las mentiras reiteradas, ya que en este caso, están expresando algo por su medio, adquiriendo un valor particular que tiene que ver con cierta verdad histórica e interrelaciones de carácter familiar o social. Papitos y mamitas, las mentiras en los chicos llevan verdades inmersas de sumo cuidado, por ejemplo: “mami la profe dijo que yo soy el mejor”, y todo es mentira, lo que busca el chico es que le presten más atención, que de alguna manera celebren sus logros, por eso la actitud de los papitos es vital, la honradez de la palabra debe ser limpia, sin exageraciones ni mermada, además no lo había dicho antes porque asumo está claro y entendido que el mejor maestro es el ejemplo y en asuntos de mentiras, el ejemplo sigue siendo el mejor maestro. 

A ciertas preguntas infantiles como, la muerte, el nacimiento de los niños, las respuestas o explicaciones que se les dan, distan la mayoría de las veces de la verdad, porque se asume que no entienden, si bien no entienden una explicación científica, técnica, larga y complicada, bobitos no son, y si se responde distorsionando la realidad no se ayuda para nada. Las preguntas de los chicos están íntimamente ligadas con sus historia de vida, y la edad de los por qué, que genera sus primeros interrogantes, de dónde vengo, por qué el abuelito se fue al cielo? Por qué mami no tiene pene? Es una búsqueda permanente de la “verdad”, verdades que ellos aplican a las preguntas simples, por ejemplo, de dónde sacaste esa falda tan bonita? Y contesta, del closet, a lo que adulto hace una fiesta, se ríe, y el chico lo toma como una burla, en estos casos se están enviando mensajes distorsionados de la realidad, en su raciocinio el chico se confunde, y para evitar la “burla” la próxima vez, más bien miente. La tarea de los papitos, es un reto, trasmitir la verdad sin agredir el ímpetu curioso e imaginativo en el niño, su curiosidad por los grandes interrogantes que hacen a la humanidad y que cada uno tratará de apropiarse alguna respuesta.

Los papitos normalmente están creyendo y queriendo hacer ver que la verdad es todo, pero simultáneamente involucran al niño en sus mentiras, “dile que mamita salió”, “dile a los abuelitos que fuimos a la playa”, y peor aun cuando las discusiones entre los papitos son por mentiras. Atención papitos, los chicos en la primera infancia son como esponjas, todo se lo están “pillando”; es como vivir en una mentira, modelos de comportamiento que afectan el carácter, la personalidad, las habilidades y destrezas para la vida de los chicos. Hay, mentiras comunes, por ejemplo lo que pasa en el jardín con su desempeño escolar, dice el viejo refrán que: “los borrachos y los niños nunca mienten”, y eso no es verdad”, los chicos mientes, especialmente cuando sabes que algo estuvo mal hecho, yo no fui, es su primera respuesta, e inculpa sin compasión al hermanito, a quien sea; y esto sucede por miedo al castigo, al regaño y en ocasiones a los golpes, mienten porque tienen pánico, y porque creen que su mentira es creíble, una vez conocí una niña de 5 años que no hizo su plana escolar, y cuando se la pidieron, dijo, “es que se me borró”, la profe llamó a su papá y ella delante de él se mantuvo diciendo, “es que se me borró”, todo por miedo físico a una fuerte golpiza, que en últimas se la dieron… Los chicos aprender a mentir para defenderse, de la agresión física, emocional, de la sanción que lo excluye familiar y socialmente. 

Muchas veces las mentiras son una imitación de sus papitos, ellos oyen cuando mienten y se dan cuenta, nuevamente recalcar que los chicos aprenden más de las acciones que de lo que oyen, la clave está en hablar con el niño, hacerle entender con situaciones comprensibles para su edad los efectos de las mentiras, para quien las dice, y las situaciones malucas y desagradables que genera una mentira, lo mal que se pueden llegar a sentir los otros y que no nos gustaría eso para nosotros; yo soy de las que piensa que las mentiras son mentiras, que no existen las mentiras piadosas o que una mentirilla, para nada la mentira es eso, una mentira. Cuando los papitos descubren a su hijito en una mentira, lo primero es asegurarse que no tenga un motivo poderoso para decirla, en caso contrario hay que sancionar la acción y explicarle dulce, respetuosamente la importancia que tiene la honestidad en su felicidad y la de los seres que lo aman. 

Todos los papitos y docentes alguna vez se enfrentan a la mentira infantil, a veces inocente, y otras veces con verdadera premeditación, lo cierto es que la mentira en el niño es casi una forma normal de comunicarse en el ambiente en que cotidianamente nos desenvolvemos. Cuando se le dice a un niño "Estás mintiendo", hay que tener sumo cuidado. Mentir es decir falsedades, es engañar a través de la palabra. Un niño que miente no siempre lo hace con intención. Normalmente, en la primera infancia los niños confunden la realidad con la fantasía, de ahí que sus juegos parecen tan reales. En esas edades, cuando un niño se acerca al adulto y dice: “Por favor cómprame esta sopita de letras, que prepare en mi restaurante”, está invitando a participar de su fantasía y no está intencionalmente queriendo engañar. Este tipo de "mentira" es inocente, sin premeditación y sobre todo sin querer conseguir ningún beneficio con ello. Queda claro, entonces, que durante la primera infancia la mentira se da como parte del juego, como viviendo su fantasía en la realidad. Resumiendo los chicos mienten por imitación, por miedo, o respondiendo a una exigencia, es cuando se le hace ver que de él se espera mucho; y entonces mientes para satisfacer las expectativas de los papitos. 

Sea cual fuere la causa concreta de la mentira, siempre es señal de que el niño está en apuros. El que miente es porque lo necesita. Con la mentira, el niño nos está diciendo "auxilio". No siempre la mentira es tan grave como para preocuparse. Cuando la mentira es surgida de la fantasía, normalmente con la madurez del niño, ésta desaparece. Cuando se trata de mentira propiamente dicha, tendríamos que preocuparnos si es recurrente o si se presenta como: La mentira patológica: La famosa "mitomanía" que surge del niño que intenta persuadir y convencer a los demás de la realidad de sus relatos. Esta es la mentira que se vuelve habitual, una forma normal de reaccionar en el niño. La mentira neurótica: Surge como producto de un nivel elevado de ansiedad en el niño o del temor en general. Por ejemplo el caso del niño que habitualmente miente acusando a sus profesores de mal trato para ocultar su rechazo escolar. Hay que cerciorarse de qué tipo de mentiras se está enfrentando, pues, se corre el riesgo de una equivocación garrafal en la intervención. Siempre reaccionar con calma aunque con disciplina. 

Felicitar o premiar al niño que confiesa la verdad. Si se le castiga a pesar de que ha confesado, se está motivando el hábito de mentir (la próxima vez lo hará con más cuidado para que no lo descubran...). Sólo en última instancia habrá que acudir al castigo. Impulsar un ambiente de confianza, en la que el niño se anime a contar sus travesuras y sus errores. Estar alertas. Por mucho amor a los hijos, hay que aceptar que a veces fallan, que no son perfectos e ideales como los sueñan los papitos. Lo ideal es que estas condiciones se den como prevención de la mentira en el niño; esto desde el hogar, es allí donde se crea el primer modelo de comportamiento de los chicos. 

 ¡Animo papitos! Un gran reto los espera en la formación de la honestidad en sus adorados tesoros. 

Con caricias Calientitas

1 comentario:

  1. Hola Querida Tita, muy buena entrada. SAbia, como siempre. Beso grande,

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