Una sana alimentación
desde la primera infancia es fundamental para el crecimiento óptimo del niño.
Si el niño está o no bien alimentado durante los primeros años de vida, tiene
un efecto profundo en su salud, así como en su habilidad para aprender, para comunicarse,
pensar analíticamente, socializarse efectivamente y adaptarse a nuevos
ambientes y personas. La alimentación es la base necesaria para un buen
desarrollo físico, psíquico y social de los niños. Una buena nutrición es la
primera línea de defensa contra numerosas enfermedades infantiles que pueden
dejar huellas en los niños de por vida. Una buena nutrición y una buena salud
están directamente conectadas a través del tiempo de vida, pero la conexión es
aún más vital durante la infancia. Es en este periodo que los niños podrán
adquirir buenos hábitos durante la comida en lo que se refiere a la variedad,
al sabor, textura, color, etc. Los efectos de la desnutrición en la primera
infancia pueden ser devastadores y duraderos. Pueden impedir el desarrollo
conductual y cognitivo, el rendimiento escolar y la salud reproductiva,
debilitando así la futura productividad en el trabajo.
En muchas ocasiones
los papitos, con la disculpa perfecta por cierto, de que el niño esté bien
nutrido, hacen de la hora de la comida un “tormento”, con angustia, ansiedades
y reproches a la conducta del niño frente al alimento. Los niños tienen la
sabiduría natural frente a sus necesidades fisiológicas y hay tantas
estrategias para lograr que coman, sobre todo crear el hábito de la buena mesa
y que comer sea un placer.
El hambre, que es la
normal demanda del alimento, es diferente al apetito que es el
normal deseo de
satisfacer el gusto, el pediatra está a cargo de ir guiando a la mamita para la
introducción de nuevos alimentos, es vital que a la hora de comer se respete, y
aquí nuevamente viene el ejemplo, mamás que no comen verduras cómo van a logran
esa actitud ante sus hijos; pues bien existen numerosas formas para que además se
mantenga el equilibrio entre crecimiento físico y emocional del menor, dado que
este desarrollo va directamente ligado a sus hábitos alimenticios. El momento
de comer, debe ser agradable, aseado, relajado y necesaria para el
niño, por su puesto el castigo no está invitado a la mesa.
Por ejemplo servirle
en un plato grande para que él vea poca comida, crear presentaciones “cómicas”,
que maneja sus utensilios, la cuchara, existen juegos infantiles de cubiertos,
motivarlo a que se involucre, una ensalada de frutas él puede colaborar, y muy
importante cuando ya tenga edad en lo posible debe comer con toda su familia en
la mesa; así el ejemplo hará que el niño se apropie de los hábitos alimenticios
de su familia, asimilando la conducta y modelos de ésta. El menú, no debe ser
escogido por el niño, es el menú de la casa, aquí cabe resaltar que si bien se está
tocando el tema de la alimentación, inmersos vienen valores humanos, sociales y
culturales, aquí está el respeto, las buenas maneras, la higiene, sí, estos
valores se ausentan de la mesa, el niño y los papitos tendrán nuevos problemas.
Obviamente el niño ingiere menor cantidad que los adultos, sin ser permisivos
al extremo hay que permitir que él decida y coma la cantidad que necesita
para satisfacer su hambre y desarrollar de forma sana sus gustos. Ahora que si
ya no quiere nada y es costumbre esta actitud habrá que consultar al
pediatra, sin hacer purgas caseras, e ir diagnosticando suplementos
vitamínicos, estimulantes del apetito, por favor jamás es sano auto medicar por
elemental, simple y sencillo que parezca, recuerde que el crecimiento físico y
emocional del niño están en juego.
Por su puesto existen
muchas familias vegetarianas, e introducen a sus hijos en esta dieta, que por
nada debe ser rigurosa y estricta, por el contrario debe asegurarle al menor consumir
suficientes minerales (hierro, calcio), y vitaminas D y B12. Al consumir
alimentos como frutas, vegetales, legumbres, granos, frutos secos, soja, etc.,
pueden mantenerse saludables, y mejor aún consultar con el especialista, para
poder seguir algunos cuidados nutritivos, y asegurarse de que el cambio no
afectará de forma negativa a su crecimiento y desarrollo. Según los expertos,
los niños pueden seguir una dieta vegetariana desde que no sea tan estricta.
Los resultados de algunos estudios en los que se comparó la dieta de niños
vegetarianos con la de niños no vegetarianos, concluyen que una dieta ovo lacto
vegetariana proporciona un desarrollo y crecimiento físico adecuado, como con
cualquier otro tipo de dieta. Por lo mucho que se habla de las proteínas, todo
el mundo sabe que son importantes para el organismo. Pero lo que no es tan
conocido es qué son realmente, para qué sirven y por qué son tan vitales. Pues
bien, puede decirse que las proteínas son biomoléculas constituidas por unos
aminoácidos que básicamente son carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno.
También pueden tener azufre y en algunos casos fósforo, hierro, magnesio y
cobre, entre otros elementos, de manera que hay que consultar al especialista.
Otro aspecto a tener
en cuenta es la diferenciación niña-niño, ya que el comportamiento
frente a la
ingestión de una misma dieta es diferente, así, el varón utiliza mejor los
nutrientes; en cambio la niña tiene mayor estabilidad genética frente a la
hipo-nutrición y otras condiciones ambientales adversas. De acuerdo a esto,
aunque las necesidades energéticas aumentan con la edad en términos absolutos,
el porcentaje de requerimientos para el crecimiento disminuye al mismo tiempo
que lo hace la velocidad de crecimiento, y lo mismo sucede con la proporción de
proteínas necesarias para el crecimiento.
Aquí algunas
estrategias para una dieta saludable desde la primera infancia:
* Asegurar un
aporte calórico suficiente, de acuerdo con la edad y la actividad física.
* Mantener una
correcta proporción entre los principios nutritivos.
* Modificar el
consumo de proteínas, procurando que estas provengan de ambas fuentes: animal y
vegetal, pero potenciando el consumo de cereales y legumbres frente a la carne.
Para esto aumentar los primeros platos y acompañamientos o guarniciones y
disminuir el tamaño de la carne, pollo o pescado.
* Borrar de la
dieta el consumo de grasa visible de las carnes, y recomendar que se
aumente el consumo de pescados ricos en grasas poliinsaturadas sustituyendo a
los productos cárnicos 3 a 4 veces por semana. Potenciar el consumo
de aceite de oliva frente a mantequilla o margarinas. Cero embutidos.
* Incrementar el
consumo de cereales (pan, pasta, arroz) y frutas, preferentemente frescas y
enteras. Cero gaseosas, refrescos comerciales, es mejor el jugo natural, y
bajos en azúcar.
* Procurar una
alimentación variada.
* Evitar el
consumo excesivo de sal.
* Es fundamental
tener en cuenta los gustos, costumbres y condicionamientos sociales y
económicos para no recomendar dietas difíciles de aceptar y de seguir por el
niño o por la familia.
* De la comida
chatarra, es mejor dejarla por fuera de la dieta, los productos de paquete no
son buenos ni apropiado para los infantes y tampoco para los adultos.
* Inculcar
modales adecuados en la mesa.
En algunas culturas
que los niños estén gordos es sinónimo de “sanidad” y es falso, es mas hay que
evitar la gordura en los pequeños, pues si de chicos se le dan grandes
cantidades de comida, de adulto tendrá un estomago grande que necesitará mas
comida para llenarlos, nuevamente el pediatra debe participar activamente en la
guía alimenticia en la primera infancia.
Nuevamente tomar
conciencia que el mejor ejemplo es el maestro. Y el educador para la felicidad
debe invitar a la mesa a la paciencia, la creatividad, la dulzura, y la
cordura.
Con Caricias
Calientitas
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