La maternidad es una dulce tarea que pone a prueba innumerables virtudes. Una buena mamita, sea biológica, o adoptiva es generosa con sus hijos, cariñosa, dedicada y los ama desinteresadamente, principios universales. Hay mamitas que prefieren dejar a un lado sus intereses por los de sus hijos, porque para ellas, los hijos, son su primera prioridad. Pero no siempre es fácil llevar a cabo esta labor que exige tanta entrega. Es por esto que vale la pena hacer una pausa de vez en cuando y evaluar qué tal lo estamos haciendo como mamás.
Aunque la maternidad parece algo tan natural y propio de la mujer, es imposible describir esta tarea en un manual. Una cosa es la crianza del niño (su alimentación, horas de descanso, el baño, su estimulación) para la cual existen innumerables ayudas. La labor de una mamita, no se limita solo a suplir las necesidades físicas del niño, la verdadera tarea está en darles a manos llenas el amor, los valores y las herramientas necesarias para que se forme como grandes seres humanos, felices y autónomos.
Hay mamitas que quieren desempeñar su papel tan bien, que sin darse cuenta se vuelven aprensivas y sobre-protectoras de sus hijos, hasta el punto de obstaculizar el desarrollo como personitas independientes, y los limitan en sus procesos de desarrollo. Existen otras mamitas, sin embargo, que "pecan" de todo lo contrario y con la excusa de que es por amor, permiten que sus hijos actúen sin control sin saber decir NO cuando es necesario. Demostrar amor a los hijos no es permitirles todo lo que se les antoje, sino ser conscientes de lo que es bueno y malo para ellos y saber educarles con una actitud firme pero amorosa, dulce y amable.
Por su puesto como en todos los oficios, no existe la mamita perfecta, existen mamitas que hacen su tarea con mucho amor, respeto, paciencia para que sus hijos sean felices y autónomos. Simples acciones llevan a las mamitas a ser cada día mejores: Buena mamita es aquella que… Al menos una vez al día le dice a sus hijos cuanto los quiere y es amorosa con ellos y no importa la edad. Buena mamita es aquella que… Es capaz de mantener la calma y transmitirla a sus hijos cuando estos se encuentran en dificultad. Igual la mamita que trata de no discutir con sus hijos ni ponerse a su altura, conservando la calma y la sensatez cuando hay que llamar a la cordura. Las mamitas con consciencia tienen claro los valores que quieren fomentar en sus hijos y actúa consecuentemente, porque jamás olvidan que el mejor maestro es el ejemplo. Una Mamita súper ideal, es aquella que es capaz de dejar su telenovela, para hablar o jugar con su hijito. Una buena mamita jamás compara ni muestra preferencia por alguno de sus hijos. Una mamita que cuando se enoja, evita, los gritos, las humillaciones y los golpes es una mamita 10!
Otra mamita estupenda, es la que reconoce cuando se equivoca y sabe pedir disculpas a sus hijos; la que es capaz de intuir cuando un hijo tiene un problema y le da el apoyo, la complicidad amorosa que necesita. Una mamita admirable es la que estimula en sus hijos una imagen paterna positiva. Y por supuesto una mamita 10, la que evita "sermonear" como la principal forma de educar, más bien estimula la sana autonomía en los hijos. Un mamita súper la que tiene a la paciencia como vestido principal en la cotidianidad, por su puesto nunca grita, se gana el respeto de sus hijos sin ser autoritaria, seriota y regañona, las mamitas Excelentes generan en casa una "atmósfera" de acogimiento, respeto y alegría. Una mamita verdadera disfrutas todos los momentos que comparte con sus hijos, se interesa por el desarrollo integral de sus hijos y se mantiene al tanto de su adelanto en el colegio y otras actividades, también saca pecho y se siente orgullosa, incluso llegan a poner en segundo plano sus necesidades por las de sus hijos.
La imagen emblemática de la mamita, esa mujer generosa, omnipresente y resignada, esa ama de casa segura, discreta, sufrida y siempre rebosante de instinto maternal, está siendo vapuleada violentamente en el escenario moral donde en estos momentos se debate la nueva maternidad. Las mujeres de Occidente se sienten acosadas por esa figura idealizada de madre. Es un papel que cada día cae menos bien a más fémeninas, porque no lo pueden desempeñar, aunque quieran. Atrapadas entre esa ficción maternal imaginaria, las expectativas feministas, las exigencias de la calidad de vida y las realidades económicas, las mamitas de hoy buscan desesperadamente y a tientas una nueva definición de la buena mamita. La mujer ya no valora la fertilidad como antes, cuando la inmediata supervivencia de la especie humana parecía depender directamente de ella, cada día está más convencida de que para participar en igualdad de condiciones en la vida económica, política y social de nuestro tiempo es esencial poder controlar su fecundidad; es cierto que esta actitud no le impide experimentar un profundo sentimiento de realización y de dicha cuando busca la maternidad y la consigue; pero tarde o temprano la gran mayoría se enfrenta al penoso desafío de compaginar su misión doméstica de madre con sus intereses o actividades profesionales de mujer. Dilema que a menudo se torna amargo e inquietante, y que refleja la complejidad, la confusión y el enorme reto que supone ser mamita en el siglo XXI.
La participación de las mamitas en el mundo laboral es cada día mayor, hay mamiats que ajustan su economía para estar con sus hijos por lo menos hasta los dos años, excelente opción, hay otras mamitas que por la posición laboral y económica se pueden dar el “lujo” de compartir con sus hijos todo el tiempo, como también es verdad que algunas mamitas de clase acomodada eligen una ocupación fuera de casa para realizarse, pero muchas otras lo hacen por imperativos económicos. Con el tiempo, incluso aquellas que se ven obligadas a trabajar por un salario descubren beneficios inesperados: un nuevo sentido de identidad, una mayor participación en la sociedad, un escape temporal reconfortante de los niños y de las labores domésticas, y, sobre todo, el orgullo de su independencia. La mayoría ha presenciado a su alrededor la dura realidad de la separación, el divorcio o la viudez, y sabe apreciar el valor de la autonomía que ofrece un empleo remunerado.
Sin embargo, la imagen ideal de mamita hogareña y consagrada está tan inmersa en nuestra cultura que muchas mamitas que trabajan se sienten en su fuero interno inadecuadas, piensan que no dan la talla, que no son buenas mamitas, independientemente de la armonía familiar que disfruten o de lo sanos o contentos que estén los niños. Se encuentran además desorientadas, en un terreno extraño, criando a sus hijos en un ambiente totalmente diferente del que ellas mismas se criaron, o luchando solas, sin el apoyo del compañero, sin la ayuda de la sociedad ni de sus instituciones, y sin un guía que las dirija o aconseje. Y es que, desde siempre, los símbolos maternos sólo han representado los extremos opuestos, bien la mamita perfecta y virtuosa, fuente inagotable de amor y de vida.
Por otra parte están los mitos que rodean al instinto maternal, esa fuerza natural e irresistible, propia de los genes femeninos, que presuntamente equipa por igual a todas las mujeres con los talentos y las cualidades emocionales de una mamita feliz y efectiva. Tras confiar plenamente en estos impulsos naturales, cuando la experiencia de la crianza de los niños no coincide con las expectativas, a muchas mujeres les entra la confusión y la angustia, y se cuestionan su identidad y su naturaleza de mujer. Hoy, sin embargo, sabemos que entre los seres humanos la disposición y las aptitudes necesarias para ser una buena mamita no dependen de una energía instintiva, sino de ciertos aspectos temperamentales de la persona y de fórmulas y comportamientos que en su mayoría se aprenden. De hecho, algunas mujeres aprenden estas técnicas y conductas mejor que otras, y no hay razón alguna para que los hombres no las puedan aprender también. Por eso el dicho que “Fulanito es una madre”.
Todos los arquetipos son resistentes al cambio, pero uno tan potente como el de la figura materna es especialmente tenaz. La imagen idealizada de mamita, labrada en la vieja losa de la división sexual del trabajo que forzó a la mujer al aislamiento, a la dependencia y a la desigualdad, aún perdura en la memoria colectiva, envuelta en el celofán brillante de la nostalgia, de los mitos y de los sueños. Según un grupo de profesionales, cualquier restricción de la presencia materna durante la infancia crea un estado siniestro de carencia en los hijos, y les provoca miedos y sentimientos profundos de impotencia y de abandono; pero estudios empíricos recientes coinciden en que los niños que se crían con mamitas que trabajan fuera de la casa crecen con completa normalidad, siempre que estén bien atendidos por terceras personas y que estos cuidados, incluso en guarderías, sean responsables y no falte el cariño. De hecho, expertos en el desarrollo infantil apuntan que las mamitas que trabajan y están contentas representan modelos positivos para los hijos, estimulan en los pequeños varones mayor sociabilidad y una actitud más firme hacia la igualdad de la mujer, y, en las niñas, un alto espíritu emprendedor y un sentimiento superior de autoestima y de independencia. Al mismo tiempo, las mujeres que viven una relación equilibrada entre la familia y sus ocupaciones tienen mayores probabilidades de adoptar una disposición constructiva y optimista con sus hijos que las mujeres que se sienten atrapadas en su papel de madre o subyugadas en el trabajo.
De acuerdo a esto, todas la mamitas se merecen un homenaje y reconocimiento y no por un día sino por siempre, Caricias Calientitas, quiere desearles a todas las mamitas: estudiantes, Constanza, Karem, Vanessa, Diana, Kelly, Carolina, separadas, solteras, modelos, trabajadoras, dedicadas tiempo completo, a las mamitas que ya son abuelitas, Patricia, Olga, Adelita, Miladis, a las mamitas militares, profesionales, secretarias, domesticas, añejas, a: Vanesa, Gina, Adriana, cristina, Olga, Ana maría, Matilda, Rosana, Mónica, Marlen, Ada, Isabel, Marta Lucia, Rosalba, Gladys, a las mamitas que hacen fuerza por los oficios de sus hijos, mamitas de militares, mamitas de presidiarios, mamitas de malosos, Mamitas brillantes y famosas, Marlen, Claudia, Gloria, Margarita, Alexis, Aleja, Ana María, Melva, Zenaida, Mariela, una abrazo solidario a las mamitas de los hijos que están enfermitos. Felicidades a las mamitas que se quedaron en la dulce tarea de ser tias, Ofelias, Yolanda, victoria, Ethel, Pilar, Alicia, Sonia, María Cristina, a todas las mamitas de mis maestros, Lina, Adriana…. Felicidad o serenidad en los corazones de aquellos y aquellas que como yo ya solo podemos saludar con fe y una oración.
Una lista que tu mejor que nadie puedes completar, a ti FELIZ DÍA DE LAS MADRES”
Con Caricias Calientitas
Siempre es un placer pasar por aquí leer tus post tan sugerentes y trabajdos. Saludso
ResponderEliminarBellísimo homenaje has realizado Tita!
ResponderEliminarMuchisimas felicidades a todas las Mamis.
Un abrazo desde el bosque empitukado Marino!
Con el dulce sabor de tú entrada, te deseo un feliz fin de semana.
ResponderEliminarUn beso.