jueves, 3 de octubre de 2013

DISPENSA PARA LA FELICIDAD

¡No he sido yo!" "¡Yo no tengo la culpa!" "¡Ya puedes pedirme disculpas!". Todas frases comunes en el medio infantil incluso en el mundo de los adultos, nadie es perfecto, y todos hacemos a veces cosas que nos hacen meternos en problemas, por eso hay que aprender desde chicos a pedir perdón y ofrecer disculpas. Pedir perdón no es lo mismo que disculparse, al ofrecer disculpas, un chico está diciendo que siente o le sabe mal el daño que ha causado, incluso aunque no lo haya hecho a adrede, cuando un niño se disculpa, también puede añadir que intentará enmendarse en el futuro. Asimismo, la disculpa también puede ir acompañada de una promesa de reparar o sustituir lo que se ha roto (esto lo hacen los papitos), o el chico también se puede retractar de algo que ha dicho.

Asumir una culpa puede ser realmente duro para los niños, así como lo es para los adultos, no obstante, con un poco de paciencia, amabilidad, dulzura y un excelente ejemplo y una serie de pautas se puede conseguir que los más chicos aprendan a pedir perdón, y ofrecer disculpas. Se pide perdón cuando se agreden los sentimientos, y se ofrecen disculpas cuando la acción ataca al “tener” a un bien material. La mayoría de las ocasiones, los niños no se sienten tan arrepentidos de las acciones por las que tienen que ofrecer disculpas, y cuando realmente lo están, gran parte de ellos necesita bastante tiempo hasta conseguir balbucear esta sencilla palabra. Otros sin embargo apenas tardan un segundo en pronunciarla, considerándolo una forma rápida de complacer a los mayores y reanudar su juego.

Enseñar a un niño a disculparse y a subsanar el daño provocado es un proceso
gradual, cuando un niño aprende a pedir perdón, sube un peldaño en su camino hacia la socialización, y también aprende a enmendar sus errores, ser responsable de sus acciones y ser consciente de los sentimientos de los demás y por sobre todo adquiere un halo de nobleza y buenos sentimientos. Obviamente existen algunos tips que ayudan a enseñarles el difícil arte de pedir perdón.

Antes de que un niño pueda disculparse, tiene que ser consciente de que ha cometido un error, lo que en muchas ocasiones les resulta difícil de comprender. Especialmente a los menores de 5 años. Aún están en la etapa egocéntrica y no distinguen entre lo que está bien y está mal, por ello con niños de 2 años o menores, lo importante es centrarse en reforzar las reglas, dejando claro dónde están los límites, de este modo tendrá menos oportunidades de obrar mal y por lo tanto menos cosas por las que disculparse después.

A partir de los 2 y 3 años, es preciso que comprendan por qué es importante que pidan perdón. Dales una explicación sencilla mientras se intenta amablemente sonsacarle un “lo siento”: “Decimos perdón cuando hacemos algo que hace daño o molesta a otra persona”. Aunque a esta edad todavía no tienen capacidad de ponerse figuradamente en la piel de otro, podemos fomentar empatía mostrando cómo se siente la otra persona: “Mira, Carlos está llorando. ¿Cómo te sentirías tú si te hubiesen roto tu dibujo?”. Recordar que además de reprenderles también es positivo ofrecerle las formas de enmendar su falta, como parte de la disculpa. Si le ha roto un juguete a un amigo, hay que animarle a que le deje el suyo para jugar, por ejemplo, o a que se preocupe por el estado de su amiguito en el caso de que le haya empujado. Las disculpas apenas tienen utilidad si no se cambia la conducta errónea. Es necesario, por lo tanto, incidir en las reglas y dejar claras las consecuencias de su incumplimiento.

A la edad de 5-6 años, los niños tienen un sentido más conciso de lo correcto y lo incorrecto y cuentan con capacidad para entender cómo se sienten los demás. Lo que no significa que les parezca más sencillo pedir disculpas. Aunque los niños son conscientes de que han metido la pata, también les preocupa más lo que los demás piensen de ellos, por lo que a pesar de ser “mayores” pueden mostrarse reacios a pedir perdón para evitar llamar la atención al admitir sus errores. A esta edad tienen más ocasiones por las que disculparse, pero también tendrán a su alcance más formas para remediar sus faltas. Las relaciones con los amigos cobran más importancia y serán ellos mismos los que deseen arreglar sus desavenencias con éstos. Sin embargo, por otro lado también tienen más habilidad para encubrir sus malas conductas. Hay que explicarles que al pedir disculpas, una persona está diciendo que siente el mal que haya podido causar y que al pedir perdón sintiéndolo hay que intentar no repetir esa acción en el futuro. Asimismo, la disculpa puede reforzarse si va acompañada de la promesa de reparar o sustituir el daño.

Cuando dos niños se están peleando, puede ser difícil saber quién debe disculparse, entre otras cosas porque sus acusaciones no ayudan: “Ha sido él”, “Pero empezó ella”. Explicarles a los dos que no tienen que tener la culpa para disculparse, ambos deben pedir perdón por lo ocurrido y decirse mutuamente: “Siento lo que ha pasado”. Independientemente de quién empezara, esto les ayuda a tranquilizarse, reparar el daño y continuar con el juego. Lo primero es reconocerle al niño, que disculparse o pedir perdón es difícil, pero que para eso están papito y mamita para darle una manito, es decir pedir perdón al tiempo, de pronto el chico necesita un tiempo para calmarse y enfriarse y es sano darles ese tiempo; en ocasiones también les resulta más fácil disculparse con un gesto, como un dibujo con una nota, regalando una flor o dando un abrazo, en lugar de hacerlo oralmente. No hay que insistir como dando la orden, hay que animarlos pedir perdón, pero no forzarlos, esto sólo podría empeorar la situación y hacer el momento más embarazoso para el niño, a quien en ningún caso le agradará disculparse en esas circunstancias y bajo presión, ordenar de forma brusca sólo consigue que el niño gruña, refunfuñe y pida un perdón aparente sin sentirlo, y esto evidentemente no le esta enseñando nada. Se trata de controlar el enojo, el enfado, en lugar de decirle: “Discúlpate ahora mismo o vas a ver lo que te pasa”, decirle: “Cuando encuentres la forma de llevarte bien con tu amigo sin hacerle sentir mal, podrás jugar con él” esto es mas efectivo.

Nuevamente sale a relucir, el campeón, el as, el súper ejemplo, si el niño está enojado o simplemente no está dispuesto a pedir perdón, los papitos pueden disculparse por él, los papitos deben ser un buen ejemplo y ayudar a que el damnificado se sienta mejor, sin dejar de tratar el tema con el niño después, se puede decir: “Mariana y yo sentimos mucho lo que ha pasado y ahora hablaremos en casa, del tema ¿verdad?”.

Muchos niños usan el "lo siento" como un salvo-conducto para librarse de un castigo o una reprimenda y lo sueltan ante la primera sospecha de haber cometido algo malo, esperando que todo se solucione fácilmente, incluso puede extrañarles que los papitos continúen enojados después de su "disculpa", si repite el mal comportamiento al poco tiempo evidentemente no ha aprendido el significado de la palabra perdón, aunque apenas le cueste pronunciarla, es deber de los papitos enseñarles a disculparse cuando se comete un error, pero que no sirve de nada si las cosas no se cambian y se hacen mal de nuevo.

Pedir perdón a un niño, al hijo, claro que si los adultos también se equivocan y están en el deber de pedir perdón a sus chicos; cuando se le pide perdón a un hijo, se le demuestra que pedir perdón no es sólo cosas de niños. Al pedir perdón se le e debe explicarle al niño la razón por la que se hace, con dulzura, amabilidad, claridad, precisión, y con un lenguaje a su alcance y ojala extremadamente tierno; sin abrumarlo con excusas y miles de explicaciones. Procurar no cometer siempre el mismo error y verse en la situación de tener que pedir perdón una y otra vez por la misma acción. Hay que tener presente lo aplicable a los niños: un perdón no significa nada si la conducta no se cambia. Por otro lado, si los papitos se enojan y permanecen así por largo rato, y castigan al chico con la indiferencia, la confianza se deteriora, la comunicación se quiebra, pedir perdón no disminuye la autoridad de los papitos, es más probable que posteriormente el niño respete la autoridad paterna y materna y se muestre menos rebelde.

Tan difícil como pedir perdón puede resultar aceptar una disculpa, según los investigadores los niños tienen una perspectiva del perdón diferente a la de los adultos, aquellos buscan la justicia, ofreciendo el perdón sólo si se purga un castigo, por lo tanto, es usual que en primer término busquen una venganza, resulta triste pero así es; por eso hay que explicarle el significado de cada cosa, recordándole por ejemplo, las ocasiones en que ha perdonado a otras personas: "Perdonaste a tu hermano cuando te molestó. Pero si le haces tú lo mismo, eso no es perdonar, es venganza. ¿Qué hubiera pasado después? Sin embargo le has perdonado y ahora vuelves a jugar con él". Explicarle que cuando las personas se perdonan no significa que se apruebe lo que hicieron mal, sino que le están diciendo que lo que hicieron no estuvo bien, pero que de todas formas se les perdona. Hay que evitar subestimar su dolor diciéndole cosas como: "Sólo te ha roto el muñeco. No es para ponerse así". Los niños pequeños se sienten heridos por sucesos que los adultos consideran menores, pero que para ellos no lo son. Aunque es probable que los niños no entiendan el perdón en toda su amplitud, es importante que les enseñes la compasión y la disposición a dar en ocasiones una segunda e incluso una tercera oportunidad.

En ocasiones el verdadero perdón puede ser difícil y una simple disculpa expresa
puede no bastar para sanar la herida o dar por zanjado el penoso incidente. Probablemente el niño busque justicia, reemplazando el juguete roto, o comprobando cómo la otra persona es sancionada, en estos casos es mejor reconocer el daño causado y premiar o elogiar su esfuerzo por perdonar, diciéndole que ha hecho lo correcto. Pero puede no ser suficiente para que todo vuelva a ser como antes, aunque el niño o la niña sean muy pequeños quizás pueda haberse sentido verdaderamente herido por algo que le haya podido hacer algún amiguito y tardar algún tiempo en perdonar, así mismo puede no querer seguir manteniendo la amistad con ese chico, no hay que forzarlo a perdonar si no lo siente. "Cuando alguien te pide perdón por algo, es posible que no te sientas con ganas de volver a ser su amigo inmediatamente. También puede ser que, si una persona que se ha portado mal contigo muchas veces y no cambia, dejes de querer ser su amigo. El hecho de que una persona se disculpe contigo no significa que estés obligado a volver a ser su amigo." Eso sólo dependerá de él, hacerle saber que disculpar no es lo mismo que continuar la relación con ese niño y hay que tratar de averiguar la causa y comprenderlo antes de pedirle que se disculpe, como en la vida adulta a veces un "lo siento" lo arregla todo y otras puede llevar su tiempo que las relaciones vuelvan a ser como antes.

Es tan sencillo hablarles con dulzura, respeto y explicarles que cuando le piden perdón a alguien -y lo hacen sinceramente- significa que se han detenido a pensar en cómo puede haberse sentido esa persona por algo que ellos han dicho o hecho, es llevarlos por la ruta de los sentimientos de la otra persona, y es en ese momento que los chicos comienzan a sentirse mal por su comportamiento equivocado, incluso hasta se avergüenzan, aunque lo que ha ocurrido haya sido un accidente o lo haya hecho sin querer, probablemente el chico se sienta muy mal. Y luego viene una explicación alegre y amorosa de las ventajas de pedir perdón y de cómo él se va a sentir feliz.

Hay muchas formas diferentes de pedir perdón. He aquí algunos ejemplos: "Me siento muy mal haberte dicho algo tan feo." "Siento haberte dañado tu cuento." Cuando los niños pequeños se enojan, pueden pegarse, darse patadas o gritos, hay que pensar que ellos primero están reflejando el ejemplo que tienen normalmente y segundo que ellos no tienen mucho autocontrol, y pueden no haber aprendido todavía que está mal pegar a otra persona cuando se está enojado. Pero, cuando crecen y aprenden a utilizar palabras, saben que es mejor hablar que pegar, dar patadas o gritar, cuando se está enfadado, ellos aprenden a expresar sus sentimientos verbalmente, es decir, con palabras. Por supuesto, las palabras que emplean cuando están enfadados pueden ser más fuertes o duras de lo habitual -pero no es preciso que sean despreciativas o insultantes, se les debe explicar que pueden expresar su enojo con sinceridad sin ser maleducado o grosero. Pero a veces los domina el enojo y pierden el control, igual que les sucede a muchos papitos, y hay que decirles cuando estén calmados (aislarlos es buena táctica), que aunque tiene derecho a enojarse en la vida, hay que comportarse bien, de lo contrario va a pasar un mal rato, se va a congestionar de llorar, y por último se debe contentar solo y pedir perdón.

En los niños como en los adultos, pedir perdón cuando es hacer lo correcto, un ejercicio necesario para los chicos y los adultos que ayuda a que el perdón sea verdadero, es recordar sin enojarse y muchos menos alentar sentimientos de rencor. Disculparse es una buena cosa. Pero, en sí, puede no bastar para que todo vuelva a ser A veces, un "lo siento" sincero lo arregla todo inmediatamente.

Con Caricias Calientitas

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