Ser papitos educadores para la felicidad, significa aplicar el verdadero sentido del "dar sin esperar nada a cambio", desde su primera infancia, deben existir semillitas de amor, dulzura, alegría, ternura, es decir sembrar felicidad. Cuando un niño nace, no tiene nada, ni nadie más importante que su mamá y su papá, los seres que lo engendraron. Ellos son las pequeñas chispas del amor. No solo del amor y el deseo que sintieron sus padres entre sí al relacionarse, sino que lo más importante es que son las chispas del amor que emite la vida misma al permitir la expansión de la vida y la conciencia. No debemos esperar ningún agradecimiento de su parte, pues somos nosotros quienes debemos estar agradecidos a la vida que nos ha permitido dejar nuestra simiente en
Ser educadores para la felicidad, es volcar en ellos el manantial de la vida para saciar la sed del espíritu que siempre siente la pérdida de una fuente infinita. Y aún cuando nuestros pasos cansados se hagan lentos con el tiempo, alcanzarles a nuestros hijos siempre un gesto de amor, un saludo del alma en una taza de leche o en un dulce beso en la frente. Ser papitos educadores para la felicidad debe trascender la cuota alimentaria impuesta por el sistema jurídico de una sociedad, no es sacarlos a pasear como a ventilarse y después ir a dormir. No es imponerles la obligación de entender, cuando no saben entender, que la madre o el padre no están porque deben trabajar.
Ser buenos papitos demanda aprender a compartir el nuevo asombro de quien nos está integrando a sus vidas en el futuro. Dejar de ser egoísta intentando integrar a los pequeños a mundo cotidiano, con chispas de sorpresa, alegría, dulzura, de lo contario, se estará desperdiciando un precioso instante en la historia del mundo entero. Hay que heredarles lo mejor de las vida papitos, jamás inmiscuirlos en rencores, odios, peleas familiares, fracasos, esas emociones mejor llevarlas a la clínica del perdón y olvido.
Tratar de ser papitos educadores para la felicidad y en la felicidad es una tarea que se recompensa con hijos felices, y aunque en ocasiones sientan vértigo, busquen los pequeños y allí encontrarán fuerzas, y motivos a granel para continuar dando afecto y seguramente habrá abrazos esperándolos, y cariño sin límites. Si la tarea se realiza con amor a tiempo, una sonrisa a tiempo, un abrazo a tiempo, entonces y solo entonces, se encuentra en lo pequeños que vale la pena ser feliz para hacer feliz a nuestros niños. Porque justo en ese instante se detiene el tiempo y por un fugaz intento nos acercamos y vivimos un minuto eterno en el intercambio del afecto, con la sonrisa abierta y la mirada atenta a sus destellos.
Por su puesto para educar en la felicidad y para la felicidad demanda ante todo que los papitos sean felices.
Con Caricias Calientitas.
Para educar a nuestros hijos debemos ser padres creativos, conseguiremos hijos felices.
Como siempre Tita consigues que las personas reflexionen y se emocionen, te felicito de corazón por éste espacio tan cálido y amoroso, en ocasiones no es importante tener cantidad de seguidores... Krishnamurti (un maestro de la India), decía frente a multitud de gente que lo escuchaba "Con que una sóla persona capte mi mensaje, me daré por satisfecho). No es la cantidad sino la calidad de los amigos que nos rodean... nos comprenden y están con nosotros a pesar de ser y pensar diferente!!
ResponderEliminarAbrazos Calientitos!!!!
Gracias Adriana Alba, y Krishnamurti, tenía toda la razón.!!!!
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