Que tema tan peculiar y particular, pero absolutamente necesario, pues más o menos a partir de los 3 años, los niños y las niñas empiezan a ser conscientes de cómo es su cuerpo y de las diferencias entre sexos. Éste es el primer paso para empezar a reclamar intimidad a la hora de bañarse o de ir al baño, comienza a tener vergüenza ante ciertas situaciones, aunque a los papitos les parezca que su pequeñín aún es bebé para tener estos sentimientos.
A los 25-30 meses. Aparece la curiosidad sexual, el pequeñín comienza a preguntarse de dónde vienen los niños. Aún no hay indicios de pudor o vergüenza. Llegando a los 3 años y medio ya se identifica con el papito, o la mamita (según el sexo) y hace preguntas sobre las diferencias entre los niños y las niñas. También se compara con el resto de compañeritos de su clase y descubre las desigualdades anatómicas entre uno y otro sexo. Le da nombre a los genitales. Y es importante llamarle por su nombre, no poner apodos “tontos” o de burla, y desde los 4 años hasta los 6 aparecen las primeras manifestaciones de pudor, en especial con los extraños, es el momento de llamar al respeto para que haga su entrada triunfal de la mano de la intimidad. En esta etapa no les gusta que les vean desnudos, mucho menos en el inodoro, y son los papitos y las educadores en lo jardines las encargadas de promover el respeto por la intimidad de los chicos, jamás por ningún motivo promover bromas grotescas y que en ocasiones resultan humillantes, ojo porque un detalle maluco en esta etapa puede dejar huella imborrable en el chico o chica y por favor los papitos eviten que amigos, parientes hagan preguntas sobre los genitales a los hijos.
Por lo tanto, a partir de los 4 años los pequeñines comienzan a manifestar sus primeros deseos de intimidad a la hora de realizar ciertas acciones: ducharse, ir al baño, cambiarse… A esta edad el pudor es una mezcla de vergüenza y deseo de autonomía. Quieren hacer las cosas por sí mismos, sin ayuda, al igual que lo hacen sus papitos, y a la vez muestran recato a la hora de enseñar las partes íntimas de su cuerpo. Sin embargo, aún no tiene una idea clara de lo que es la sexualidad ni de qué situaciones concretas son pudorosas a esa edad. De manera resulta normal que un chico o chica de 4 años se quiera encerrar en el baño porque le da vergüenza que su hermano mayor le vea desnudo, sentir pudor es algo normal y no es malo. Como les decía anteriormente el respeto debe pavonearse en la intimidad del niño y son los papitos los que deben defender su intimidad. Si ya sabe limpiarse bien, se le debe permitir ir al baño solo. Eso sí, aún es pronto para dejar que se duche solo, pues se le acompaña dentro del baño fuera de la ducha, pero que nadie mas entre, dejarlo que se enjabone solo es parte del proceso de autonomía y aprendizaje de hábitos higiénicos; y así la mamita está respetando su intimidad, luego secarse, también solo acompañado por la mamá que da tiernos y amables consejillos, por ejemplo secar bien los pies para que no te huelan a fotis fotis…
A esta edad, no suelen tener vergüenza ante la presencia de sus padres, sobre todo ante el progenitor de su mismo sexo. Hay que tener sumo cuidado cuando haya gente extraña delante, es cuando más vergüenza sienten; por ejemplo, si le han practicado la circuncisión ya mayorcito pues nada de dejarlo expuesto a que las visitas le vean su cirugía.. o en la playa, no hay que desnudarlo delante de todo el mundo, ni siquiera delante de abuelos o tíos si no están con él muy a menudo.
Tan suave, tan liso, tan tibio, tan dulce… el cuerpo del bebé resbala del pecho de mamá a la panza de papá y en ese juego de proximidades indispensables parece que una piel y otra, un cuerpo y otro, no tuvieran límites. El contacto apacigua y es fuente permanente de alegría. Pero a medida que los chicos van creciendo hay que tomar algunas distancias y un día, casi inadvertidamente, las fronteras entre los cuerpos comienzan a dibujarse hasta que quedan establecidas para siempre. Y entre esos cuerpos, el de un nene y sus papitos. Entonces la pregunta es, ¿cuál es el índice apropiado de intimidad? ¿Cuándo un cuerpo tranquilamente desnudo empieza a ser un cuerpo, bueno, “desnudo”? Ese “sin retorno”, es bien curioso que los chicos a medida que van creciendo estimulan el pudor en sus papitos, un buen día el papito y la mamita ya no salen denudos por todo el apartamento, es decir que los hijos despiertan el pudor en los papitos. Es que a medida que los chicos crecen, también su desnudez deja de sentirse como algo natural. Ese cuerpo que no llega al metro de estatura, caramba, también es cuerpo social, también está significado por la cultura. El problema no es que los demás no aprueben su conducta, que consideren que no está “bien educado”. El problema es que un nene que no aprende que su cuerpo es sólo suyo y que, por lo tanto, está vedado a los extraños, puede correr riesgos, no está bien protegido.
Los pequeñines muestran curiosidad por la desnudez de las personas mayores”, pues el deseo de ver no es reprobable en sí, si bien no es adecuado satisfacerlo. Hay que cuidar que el niño no se sienta culpable de haber visto lo que ha podido sorprender por casualidad, ni deseado ver lo que se le oculta para no turbarlo ni erotizarlo. Pero muchos papitos no ven inadecuación alguna en compartir la desnudez con sus hijos en los primeros años y, por lo contrario, le encuentran su función pedagógica, el tema del pudor ligado a la desnudez es polémico, esta influenciado, por el aspecto cultural, religioso, social, educativo, casi la postura ante este tema es “familiar” ; sin desconocer que el primer contacto con el hijo es corporal, es una prolongación de los cuerpos y recién cuando se van diferenciando se empieza a registrar la desnudez.” Sin embargo, “el tema de la desnudez se vincula con algo que ya nadie puede negar, que es la existencia de la sexualidad infantil: hay un punto de placer, de erotización”. Cuando falla el límite ante la desnudez, eso puede traer dificultades, pero seguramente también fallaron otras cosas, no sólo eso. Los chicos deben aprender, asumir que su cuerpo es un espacio privado, que nadie debe avanzar sobre sus timideces y pudores, que tienen derecho a defender la propia intimidad es una herramienta eficaz contra el acoso sexual. Es importante transmitir a los niños que hay actos públicos y privados; que existen personas y ámbitos específicos para hacer o hablar determinadas cosas; que su cuerpo debe ser cuidado y respetado por él y por los demás, por lo que nadie tiene por qué tocarlo ni agredirlo. Con estas simples consignas se realiza prevención primaria del abuso sexual; el chico al que nadie fuerza –y en la burla y el chiste también hay forzamiento a mostrar lo que no quiere mostrar en casa sabe perfectamente que en ningún otro lugar lo pueden obligar a hacer lo que no quiere, a recibir caricias que no quiere recibir. Sin olvidarse, claro, de que una cosa es educar en la prevención y otra volverse loco cada vez que una criatura muestra la cola o se acaricia con un amiguito.
Junto con el ingreso a la escuela, la sexualidad infantil entrará en una suerte de receso –el llamado “período de latencia”— que les permitirá a los chicos poner todas las energías en el aprendizaje, y a los papitos ocuparse de otros temas por un tiempo. Es una etapa como todas que hay que vivirla en el momento no es antes ni después, es estar al pendiente, con cariño, atención, dulzura, bondad, naturalidad, en fin una etapa de dulce pudores!
Con Caricias Calientitas
Las primeras muestras de pudor que presenta el niño siempre han sido consideradas como señales del inicio de su identificación como ser sexuado. Por otro lado, sentimientos como el pudor y la vergüenza están ligados íntimamente a la autoestima, ya que cuando se violan los primeros se lastima la segunda. El acompaña-miento respetuoso y amoroso que los padres hagan del desarrollo sexual del niño permitirá que él pueda ver y sentir la sexualidad como una dimensión satisfactoria en su vida de adulto. Es importante que el pediatra co-nozca y entienda la sexualidad del niño, para tener res-puesta a las inquietudes de los padres sobre el tema.
A los 25-30 meses. Aparece la curiosidad sexual, el pequeñín comienza a preguntarse de dónde vienen los niños. Aún no hay indicios de pudor o vergüenza. Llegando a los 3 años y medio ya se identifica con el papito, o la mamita (según el sexo) y hace preguntas sobre las diferencias entre los niños y las niñas. También se compara con el resto de compañeritos de su clase y descubre las desigualdades anatómicas entre uno y otro sexo. Le da nombre a los genitales. Y es importante llamarle por su nombre, no poner apodos “tontos” o de burla, y desde los 4 años hasta los 6 aparecen las primeras manifestaciones de pudor, en especial con los extraños, es el momento de llamar al respeto para que haga su entrada triunfal de la mano de la intimidad. En esta etapa no les gusta que les vean desnudos, mucho menos en el inodoro, y son los papitos y las educadores en lo jardines las encargadas de promover el respeto por la intimidad de los chicos, jamás por ningún motivo promover bromas grotescas y que en ocasiones resultan humillantes, ojo porque un detalle maluco en esta etapa puede dejar huella imborrable en el chico o chica y por favor los papitos eviten que amigos, parientes hagan preguntas sobre los genitales a los hijos.
Por lo tanto, a partir de los 4 años los pequeñines comienzan a manifestar sus primeros deseos de intimidad a la hora de realizar ciertas acciones: ducharse, ir al baño, cambiarse… A esta edad el pudor es una mezcla de vergüenza y deseo de autonomía. Quieren hacer las cosas por sí mismos, sin ayuda, al igual que lo hacen sus papitos, y a la vez muestran recato a la hora de enseñar las partes íntimas de su cuerpo. Sin embargo, aún no tiene una idea clara de lo que es la sexualidad ni de qué situaciones concretas son pudorosas a esa edad. De manera resulta normal que un chico o chica de 4 años se quiera encerrar en el baño porque le da vergüenza que su hermano mayor le vea desnudo, sentir pudor es algo normal y no es malo. Como les decía anteriormente el respeto debe pavonearse en la intimidad del niño y son los papitos los que deben defender su intimidad. Si ya sabe limpiarse bien, se le debe permitir ir al baño solo. Eso sí, aún es pronto para dejar que se duche solo, pues se le acompaña dentro del baño fuera de la ducha, pero que nadie mas entre, dejarlo que se enjabone solo es parte del proceso de autonomía y aprendizaje de hábitos higiénicos; y así la mamita está respetando su intimidad, luego secarse, también solo acompañado por la mamá que da tiernos y amables consejillos, por ejemplo secar bien los pies para que no te huelan a fotis fotis…
A esta edad, no suelen tener vergüenza ante la presencia de sus padres, sobre todo ante el progenitor de su mismo sexo. Hay que tener sumo cuidado cuando haya gente extraña delante, es cuando más vergüenza sienten; por ejemplo, si le han practicado la circuncisión ya mayorcito pues nada de dejarlo expuesto a que las visitas le vean su cirugía.. o en la playa, no hay que desnudarlo delante de todo el mundo, ni siquiera delante de abuelos o tíos si no están con él muy a menudo.
Tan suave, tan liso, tan tibio, tan dulce… el cuerpo del bebé resbala del pecho de mamá a la panza de papá y en ese juego de proximidades indispensables parece que una piel y otra, un cuerpo y otro, no tuvieran límites. El contacto apacigua y es fuente permanente de alegría. Pero a medida que los chicos van creciendo hay que tomar algunas distancias y un día, casi inadvertidamente, las fronteras entre los cuerpos comienzan a dibujarse hasta que quedan establecidas para siempre. Y entre esos cuerpos, el de un nene y sus papitos. Entonces la pregunta es, ¿cuál es el índice apropiado de intimidad? ¿Cuándo un cuerpo tranquilamente desnudo empieza a ser un cuerpo, bueno, “desnudo”? Ese “sin retorno”, es bien curioso que los chicos a medida que van creciendo estimulan el pudor en sus papitos, un buen día el papito y la mamita ya no salen denudos por todo el apartamento, es decir que los hijos despiertan el pudor en los papitos. Es que a medida que los chicos crecen, también su desnudez deja de sentirse como algo natural. Ese cuerpo que no llega al metro de estatura, caramba, también es cuerpo social, también está significado por la cultura. El problema no es que los demás no aprueben su conducta, que consideren que no está “bien educado”. El problema es que un nene que no aprende que su cuerpo es sólo suyo y que, por lo tanto, está vedado a los extraños, puede correr riesgos, no está bien protegido.
Los pequeñines muestran curiosidad por la desnudez de las personas mayores”, pues el deseo de ver no es reprobable en sí, si bien no es adecuado satisfacerlo. Hay que cuidar que el niño no se sienta culpable de haber visto lo que ha podido sorprender por casualidad, ni deseado ver lo que se le oculta para no turbarlo ni erotizarlo. Pero muchos papitos no ven inadecuación alguna en compartir la desnudez con sus hijos en los primeros años y, por lo contrario, le encuentran su función pedagógica, el tema del pudor ligado a la desnudez es polémico, esta influenciado, por el aspecto cultural, religioso, social, educativo, casi la postura ante este tema es “familiar” ; sin desconocer que el primer contacto con el hijo es corporal, es una prolongación de los cuerpos y recién cuando se van diferenciando se empieza a registrar la desnudez.” Sin embargo, “el tema de la desnudez se vincula con algo que ya nadie puede negar, que es la existencia de la sexualidad infantil: hay un punto de placer, de erotización”. Cuando falla el límite ante la desnudez, eso puede traer dificultades, pero seguramente también fallaron otras cosas, no sólo eso. Los chicos deben aprender, asumir que su cuerpo es un espacio privado, que nadie debe avanzar sobre sus timideces y pudores, que tienen derecho a defender la propia intimidad es una herramienta eficaz contra el acoso sexual. Es importante transmitir a los niños que hay actos públicos y privados; que existen personas y ámbitos específicos para hacer o hablar determinadas cosas; que su cuerpo debe ser cuidado y respetado por él y por los demás, por lo que nadie tiene por qué tocarlo ni agredirlo. Con estas simples consignas se realiza prevención primaria del abuso sexual; el chico al que nadie fuerza –y en la burla y el chiste también hay forzamiento a mostrar lo que no quiere mostrar en casa sabe perfectamente que en ningún otro lugar lo pueden obligar a hacer lo que no quiere, a recibir caricias que no quiere recibir. Sin olvidarse, claro, de que una cosa es educar en la prevención y otra volverse loco cada vez que una criatura muestra la cola o se acaricia con un amiguito.
Junto con el ingreso a la escuela, la sexualidad infantil entrará en una suerte de receso –el llamado “período de latencia”— que les permitirá a los chicos poner todas las energías en el aprendizaje, y a los papitos ocuparse de otros temas por un tiempo. Es una etapa como todas que hay que vivirla en el momento no es antes ni después, es estar al pendiente, con cariño, atención, dulzura, bondad, naturalidad, en fin una etapa de dulce pudores!
Con Caricias Calientitas
Las primeras muestras de pudor que presenta el niño siempre han sido consideradas como señales del inicio de su identificación como ser sexuado. Por otro lado, sentimientos como el pudor y la vergüenza están ligados íntimamente a la autoestima, ya que cuando se violan los primeros se lastima la segunda. El acompaña-miento respetuoso y amoroso que los padres hagan del desarrollo sexual del niño permitirá que él pueda ver y sentir la sexualidad como una dimensión satisfactoria en su vida de adulto. Es importante que el pediatra co-nozca y entienda la sexualidad del niño, para tener res-puesta a las inquietudes de los padres sobre el tema.
Hoy paso por "caricias Calientitas", has tocado una tema muy importante, lo leí de pe a pa...me ha encantado porque refleja el conocimiento que tienes sobre el tema y como lo has desarrollado y tratado.
ResponderEliminarTe felicito Tita, sumamente didáctico